Por Ernesto Funesto
La Escuela Normal Rural “Lázaro Cárdenas del Río”, ubicada en Tenería, Estado de México es un hervidero de actividad. La víspera se afinan los últimos detalles para una conmemoración más de lo que se recuerda como la peor represión sufrida en esta escuela.
Durante la tarde y la noche del 23 de octubre varias delegaciones de estudiantes pertenecientes a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) van llegando a la Normal de Tenería para participar en las movilizaciones del día siguiente. Los arribos se prolongan hasta bien entrada la madrugada, no obstante la nutrida lluvia que riega los campos y bosques circunvecinos.
La historia que no se olvida
Durante el desayuno que se ofrece en el comedor, un par de estudiantes del Comité de Prensa y Propaganda se apostan en la salida del mismo. A los estudiantes que han terminado sus alimentos y que se van retirando les ofrecen un folleto. Se trata de Voz Rebelde. Órgano de información y análisis, que editan los mismos normalistas de Tenería.
En la página 15, dentro de la sección de noticias locales, se lee un pequeño artículo titulado: “24 de octubre no se olvida”.
El primer párrafo dice:
Hace 34 años la historia de nuestra Normal Rural “Lázaro Cárdenas del Río” fue masacrada con la llegada del profesor José de Jesús Morales, mejor conocido como ‘El Chino Morales’, tomando posesión de nuestra escuela bajo el cargo de director, mostrando un carácter mezquino e imperante, impuso un régimen caracterizado por la represión y la disolución de aquellos organismos estudiantiles que se interpusieran en sus planes.
Los normalistas cuentan que en aquel año, 1981, El Chino Morales instauró una administración corrupta y autoritaria que incluía lo mismo violencia psicológica contra los estudiantes que sanciones administrativas injustificadas, llegando a la expulsión de miembros del Comité Ejecutivo Estudiantil y de activistas de la FECSM.
Los estudiantes se organizan y deciden que el 2 de octubre de aquel año, aprovechando la conmemoración de la matanza de Tlatelolco de 1968, iniciarán un movimiento por la destitución de El Chino Morales. Durante 21 días realizan marchas, volanteos, boteos, e intentan entablar negociaciones con las autoridades correspondientes, las cuáles se niegan a atenderlos. Durante estos días contaron con el apoyo y la simpatía de las comunidades aledañas a la Normal.
Sin embargo, el día 23, el gobernador en turno del Estado de México, Alfredo del Mazo González (perteneciente al Grupo Atlacomulco y tío de Enrique Peña Nieto) ordena a elementos de la policía estatal a que se posicionen en los alrededores de la Normal. El sitio comienza alrededor de las 2 de la tarde. A las 6 de la tarde, la policía del Estado de México, reforzada por elementos del Ejército Mexicano toman por asalto las instalaciones de la Escuela Normal Rural de Tenería.
Durante la toma policíaco-militar, los estudiantes normalistas son desalojados con lujo de violencia, resultando detenidos algunos de ellos y trasladados a la prisión de Santiaguito, en Almoloya de Juárez. La mayoría logra escapar y se refugian en las comunidades vecinas. Pese a la feroz represión gubernamental, el Comité Ejecutivo Estudiantil logra reagruparse y convoca a una manifestación para el día siguiente con rumbo al centro de Tenancingo, municipio donde se ubica la Normal.
La marcha no sólo logra convocar a los normalistas de Tenería, vecinos de los pueblos de Tenancingo salen a las calles a solidarizarse con los muchachos y exigen junto a ellos que las fuerzas policiales y militares salgan de las instalaciones de la Normal y liberen a los estudiantes detenidos. La marcha llega al jardín central de Tenancingo e intentan instalar un plantón indefinido frente al edificio del ayuntamiento cuando son ferozmente dispersados por elementos del extinto y tristemente célebre Batallón de Radiopatrullas del Estado de México, BARAPEM (supuestamente Del Mazo ordenó la desaparición del BARAPEM al iniciar su gobierno el 16 de septiembre de 1981, pero al parecer dicho cuerpo policíaco tuvo oportunidad de un último operativo de despedida).
No sólo los manifestantes son golpeados con saña, pues los policías no distinguen y golpean indiscriminadamente todo y a todos a su paso (rasgo característico del BARAPEM), iniciando una feroz persecución por las principales calles de Tenancingo. Posteriormente, los normalistas de Tenería se reorganizan y con el apoyo de las comunidades vecinas logran, en una lucha que dura varios meses, la reapertura de la Normal.
Esto es lo que año tras año se conmemora en la ciudad de Tenancingo: la represión contra el normalismo rural que desgraciadamente no es la excepción sino la regla.
Represión sistemática
Pese a que el año pasado a muchos mexicanos tomó por sorpresa la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, lo que más les desconcertó fue enterarse de la existencia de las Normales Rurales y de cómo el estado mexicano ha buscado afanosamente su desaparición por más de 50 años consecutivos.
A inicios de la década de los 60, cuando Adolfo López Mateos era presidente de la República y Gustavo Díaz Ordaz su secretario de gobernación, se desarrolla un plan para cerrar definitivamente las Normales Rurales por considerar que sus egresados engrosan las filas de la oposición al sistema político encabezado por el PRI. Dicho plan consistió en espiar sistemáticamente las 29 Normales Rurales, las 4 Normales Urbanas Federalizadas y los 2 Centros Regionales de Educación Normal afiliados a la FECSM. La tarea se encomendó a la Dirección Federal de Seguridad, DFS.
Tras la masacre del 2 de octubre de 1968, realizada por el Ejército Mexicano, el gobierno de Díaz Ordaz consideró oportuno implementar el cierre definitivo de la Normales Rurales y ocupó militarmente 15 de ellas durante los primeros días de noviembre, aprovechando que éstas se encontraban en período vacacional. La FECSM reaccionó y las 14 Normales restantes se fueron a huelga y lograron frenar el embate gubernamental.
Sin embargo, al año siguiente, nuevamente en período vacacional 14 Normales fueron ocupadas. El operativo fue realizado de manera conjunta por el Servicio Secreto, la DFS, el Ejército Mexicano y policías locales, utilizando grupos de choque integrados por campesinos de la Confederación Nacional Campesina, de filiación priísta. Para ocultar que se trataba de una persecución, el gobierno transformó las Normales clausuradas en “secundarias técnicas agropecuarias”.
Debido a esta persecución militar, la FECSM se vio obligada a pasar a la clandestinidad de 1969 a 1972. Durante las décadas de los 70 y 80, en el período conocido como Guerra Sucia, las Normales Rurales se convirtieron en blanco predilecto de los agentes de la DFS y de la terrorífica Brigada Blanca. De esta época data la condición de semiclandestinidad que actualmente sigue manteniendo la FECSM.
En 1981, entre abril y noviembre, varios estudiantes de la Normal de El Quinto, Sonora fueron secuestrados por la DFS, entre ellos Marco Antonio Arana Murillo, El Charro, uno de los principales dirigentes estudiantiles de El Quinto. Hasta la fecha, al menos 6 de ellos, incluido El Charro, continúan en situación de desaparición forzada.
Por más de medio siglo los normalistas de diversas escuelas y generaciones han sufrido persecuciones, golpizas, torturas, encarcelamientos, asesinatos y desapariciones forzadas. Todo ante el desconocimiento de la mayoría de la población.
La tradición de lucha de Tenería
En 1981 la Normal de Tenería no sólo fue golpeada físicamente. El 30 de enero de ese año el más notable de sus egresados fue asesinado por órdenes directas de Ramón Martínez Martín, secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE. Pese a seguir en la impunidad, el asesinato de Misael Núñez Acosta no se ha olvidado y su rostro sigue plasmado en los murales de la Normal donde concluyó sus estudios.
Hace un año la conmemoración de la represión estuvo cargada de violencia. Apenas habían transcurrido 28 días desde la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, cuando los normalistas de Tenería salieron, como todos los años, a conmemorar la represión de octubre, su represión. Esa vez la marcha iría del puente de Metepec al zócalo de Toluca. A la movilización también se sumaron contingentes de la UAEM, de la UPN y de organizaciones populares.
Al filo de las 6 de la tarde, personas uniformadas de negro y con pasamontañas comenzaron a realizar destrozos en la calle Independencia. Los elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana “alertaron” a los transeúntes y vecinos de la zona para que se alejaran, pues supuestamente los destrozos los habían realizado los normalistas, que venían armados, saqueando comercios y golpeando gente.
Desde el comienzo de la movilización, elementos de la Policía Federal estuvieron amedrentando a los vecinos de los municipios de Tenancingo, Tenango, Metepec y Toluca para que se encerraran en sus casas, pues los normalistas irían a saquear los negocios que se encontraran a su paso.
El clima de tensión terminó de enrarecerse cuando la manifestación llegó a la Plaza de los Mártires, y mientras los Clubes de Danza y de Rondalla se alistaban para presentar sus actos, un grupo de sujetos encapuchados realizó varios disparos al aire, lo que generó confusión y pánico entre los manifestantes. La policía estatal brilló por su ausencia.
Sin embargo, este año la marcha transcurrió en perfecta calma, no obstante tener que pasar enfrente del 19/o regimiento de caballería motorizada del Ejército Mexicano, que se encuentra sobre la misma carretera que la Normal, prácticamente a unos metros de ésta. Los estudiantes aprovecharon la ocasión para pintar las bardas del cuartel militar y recordar la participación de estos tanto en la represión sufrida hace 34 años como en la desaparición de sus 43 compañeros de Ayotzinapa: “fueron los guachos”, se alcanza a leer en una pinta.
Frente a la entrada del cuartel un carro de combate de 1941 intimida a los curiosos. Los normalistas lo cubren con una manta monumental de color rojo que enumera a las normales afiliadas a la FECSM. Dos normalistas suben al tanque y realizan un breve mitin en el cual recuerdan que cuando ellos exigen al gobierno mejores condiciones para el sector educativo siempre han recibido las balas del ejército como única respuesta.
La marcha prosigue su camino hasta el centro de Tenancingo donde se realiza un mitin con la participación de varios oradores. La primera en hablar es una estudiante a nombre del Comité de Orientación Política e Ideológica Nacional de la FECSM. Ella arenga a sus compañeros a actuar y a no olvidar: “¿A qué estamos esperando, compañeros? Bien sabemos que si desaparecen una Normal, desaparecen todas. ¿Qué necesitamos para dejar a un lado divisionismos y que nos unamos en defensa del normalismo rural?”
Posteriormente habla uno de los profesores de la Normal de Tenería: “El gobierno puede ningunearnos y no pasa nada. Pero si tocan a nuestra juventud el pueblo se harta y dice ¡basta! Así se demostró hace 34 años, así se demostró el año pasado en Ayotzinapa.” También estuvieron presentes pobladores del pueblo ñathö de San Francisco Xochicuautla, quienes hablaron sobre el despojo que están sufriendo por parte del gobierno de Peña Nieto al tiempo que entregaron a los normalistas un pequeño estandarte con la silueta de Emiliano Zapata plasmada en él. Al finalizar el mitin los normalistas realizaron un evento cultural.