Por: Tiyako Felipe
Han pasado ocho largos años de aquella terrible noche de Iguala, cuando en medio de un escenario turbio y violento desaparecieron a 43 normalistas de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero. Durante las ocho vueltas al calendario se han formulado diversas hipótesis sobre el paradero y destino de los normalistas. La más robustecida de las explicaciones era “la verdad histórica”, construida durante el mandato de Enrique Peña Nieto, con Jesús Murillo Karam y Tomás Cerón como sus arquitectos. El primero ahora duerme en el Reclusorio Norte y el segundo sigue sin poder ser extraditado de Israel, después de comprobarse múltiples irregularidades y violaciones a los derechos humanos durante la investigación.
La construcción de una investigación a modo, terminó desvirtuando la verdad de los hechos; negando a las familias el acceso a la verdad y la justicia. A ocho años de la desaparición de los 43 normalistas, los padres y madres no han claudicado en su exigencia de justicia. Aun cuando algunos de ellos partieron de este mundo sin saber el paradero de sus hijos.
La llamada “verdad histórica”, a la luz de una nueva versión presentada por la COVAJ, nos lleva a plantear profundas interrogantes que ojalá algún día se logren explicar.
¿Por qué desvirtuaron la verdad? ¿Qué intereses protegieron? ¿Los funcionarios imputados son los únicos responsables de mentir a los padres y madres de los normalistas y a la sociedad? ¿Por qué la causa penal se ubicó en diferentes juzgados del país? ¿Por qué misteriosamente han silenciado testigos, liberado o absuelto a los presuntos perpetradores? ¿Si era un conflicto de criminales locales por qué utilizar todo el aparato del estado para ejercer la violencia y ocultar los hechos? ¿Llegaremos a saber la verdad?
A ocho años de la terrible noche de Iguala y tras una nueva investigación, el gobierno actual concluyó que lo acontecido el 26 de septiembre de 2014 fue un “Crimen de Estado”. Este calificativo sin duda tiene un importante significado porque hace evidente que en los hechos violentos de Iguala se coludieron diversos actores: ejército, policía federal, policías municipales, funcionarios y delincuencia organizada; es decir, distintos niveles de gobierno y del poder paralelo que de forma coordinada ejercieron una violencia desmedida contra un grupo de estudiantes normalistas. Cuyo paradero hasta ahora se desconoce.
La nueva verdad sobre Ayotzinapa enfrenta un reto muy grande, consolidarse y probar su grado de verosimilitud para explicar uno de los hechos más violentos de la historia reciente de nuestro país. Por otra parte, resistir las fuerzas oscuras que escudadas en la normatividad legal del estado mexicano, intentarán a toda costa ocultar la verdad de la noche de Iguala. Superar los retos para responder al grito de verdad y justicia de padres y madres, es una de las tareas pendientes para dejar atrás la explicación mutilada de las desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.