Myriam Corte
La lluvia dio tregua para que los padres de familia de los 43 estudiantes desaparecidos de la escuela normal rural de Ayotzinapa, quienes sin decir nada durante su paso dijeron todo, marcharan una vez más al Zócalo capitalino acompañados de familiares y estudiantes de las normales del país para exigir justicia colocando veladoras en la plancha de esta plaza, un símbolo de luz y esperanza por los que ahora nos faltan.
¡No están solos, no están solos! Gritó la gente que postrada en las orillas de la avenida Reforma vio partir la vanguardia de la marcha que salió del Ángel de la Independencia. El apoyo fue rotundo. Contingentes de organizaciones sociales, estudiantes de nivel medio y superior, familias, niños e incluso mascotas estuvieron presentes expresando su enojo, su rabia, su descontento por el país que no queremos, ese que nos quieren imponer, quienes formaron una enorme fila que por más de tres horas y media marchó, gritó y guardo silencio.
Un silencio que como efecto domino, se propagó de un contingente a otro; un silencio oportuno que exigió con fuerza justicia, tal vez más que mil palabras.
“¡Maestro campesino, maestro proletario enséñame el camino revolucionario!”, gritaron los normalistas al dar los primeros pasos, seguido de: “¡Vestido de verde olivo, políticamente vivo…no has muerto, no has muerto camarada!”, con las fotografías, siempre presentes, de los 43; del mismo modo, cualquier momento fue oportuno para gritar el contento: ¡1, 2, 3, 4, 5, 6,…43, Justicia! Uno y otro contingente lo hizo: ¡1, 2, 3, 4, 5, 6,…43, Justicia!
El apoyo de intelectuales como Carlos Fazio, Adolfo Gilly y el padre Alejandro Solalinde, también se hizo presente.
La tarde avanzó y junto a ésta los contingentes que comenzaron a prender sus antorchas y velas que dieron luz al camino que se recorrió. La gente talló sus ojos, tal vez por esa sensación de ardor que provoca el humo o tal vez por ese sentimiento de dolor, de miedo y de rabia por todo lo acontecido.
Entre los contingentes que participaron, el de la Escuela Nacional de Música aportó un toque musical ameno, la banda interpretó: “Sacaremos ese wey de la barranca”, y seguramente varios pensamos (incluida quien escribe) “Sacaremos ese wey… pero de los pinos”.
El apoyo de los ciudadanos de igual forma estuvo presente, ejemplo, los saludos que oficinistas de un banco brindaron a diversos contingentes que en respuesta contestaron: “Ese apoyo si se ve, ese apoyo si se ve”. Y qué decir de las cartulinas verde fluorescente con la frase: “Tepito apoya a Ayotzinapa”.
Al llegar al Zócalo la frase escrita con veladoras: “Fue el Estado”, denunció y afirmó que la desaparición de los 43 estudiantes es un crimen de este gobierno. Los padres de familia pasaron lista, 43 nombres, 43 hijos, 43 seres que hoy nos faltan. La plaza, nuestra plaza estuvo repleta de solidaridad para quienes ahora nos necesitan; una muestra de que este pueblo ha despertado y que dar marcha atrás ya no es una opción.