Por: Patricia Olivares.
El siguiente texto se escribe en el marco del Día Internacional de la Mujer, para recordar la lucha feminista en nuestro país, a través del cine, durante los años setentas y ochentas. En donde retomo la investigación de Luz María Campos Castro: “Las realizadoras del Cine Mexicano y el Feminismo”.
CULPABLE
La calle está mojada, las lágrimas caen del cielo ante tal escena. El aire frío te hiere lentamente la piel, aquella que algún día fue tuya. Mientras la oscuridad se vuelve cómplice del suceso y calla para siempre lo que ha visto.
El respiro agitado de tu corazón, rompe con el vaivén de las hojas de un árbol, para delatar tu presencia. Tratas de guardar silencio, pero te ahogas en el intento de sacar el dolor. Después de unos minutos, tu voz desearía gritar tan fuerte, hasta desgarrase entre las paredes del callejón.
No hay nadie a tu lado… ni lo habrá. La suciedad resbala por tus piernas, el vacío se encarna para condenarte el alma y tus ojos se nieblan ante el recuerdo de una pesadilla cada vez más vívida, que no dejará que sueñes otra vez.
¿Qué hice?, ¿por qué yo?… A nadie le importa, no te preguntes nada, si lo que sucedió “fue por tu culpa”. “La mujer puede evitar que no haya penetración en un acto sexual… tú no cerraste bien las piernas”, no apretaste duros los muslos.
Eres una puta que camina provocando a los hombres, ¿acaso no entiendes que exhibirte con esas faldas o escotes, hace que los hombres caigan en la tentación y te pierdan el respeto?
NACE UNA ESPERANZA…
“Admitir a las mujeres en perfecta igualdad sería la señal más segura de civilización,
y duplicaría las fuerzas intelectuales del género humano”. STENDHAL. [1]
En Yucatán el gobernador, General Salvador Alvarado, en 1915 convocó un Congreso Feminista encabezado por maestros del Estado. Nace aquí, un antecedente de los grupos feministas mexicanos.
Aunque todavía no se contaba con una consciencia crítica de la situación del sexo femenino, se empieza a cultivar esta lucha incansable. Por ello, María Ríos Cárdenas pugna por la igualdad del estatus jurídico de la mujer y su protección como esposa, cuando funda la revista Mujer (1926-1929).
Ya para 1930 se crea el Frente Único Pro Derechos de la Mujer, que organiza un Congreso en 1935, en el teatro Hidalgo de la Ciudad de México. En donde demandaban lo siguiente:
“El derecho al voto, modificar el Código Agrario para que la mujer pueda ser dotada de tierras; la incorporación de la mujer indígena al movimiento social y político del país, el establecimiento de centros de trabajo para las mujeres desocupadas y la ampliación de la cultura”[2].
Lo que planteaba este ambicioso programa para aquella época, era principalmente la obtención de derechos políticos y económicos para el sector femenino, sin embargo no tuvo grandes repercusiones significativas en nuestro país. Se da un gran paso con el primer intento de reformas legales a favor del derecho al voto para la mujer, gracias al presidente Lázaro Cárdenas; pero hasta 1953 con Adolfo Ruíz Cortines es cuando se realiza.
Con estos antecedentes es que a lo largo de los años setentas, se dan varios grupos de tendencias radicales, los cuales buscan ser un medio para la toma de consciencia política y de apoyo entra las féminas, como: “La Coalición de Mujeres Feministas, Colectivo de Mujeres, Colectivo de lucha feminista, Movimiento de Liberación de la Mujer, Movimiento Nacional de Mujeres, Nueva Cultura Feminista, Colectivo La Revuelta, entre otros”.[3]
Lo interesante que debe rescatarse de estos grupos, es que en su conjunto planteaban cuatro temas principales, los cuales fueron de gran controversia y escándalo ante la moral de la sociedad mexicana. Así la despenalización del aborto, en cuanto a su realización libre y gratuita; la denuncia contra la violación sexual; la defensa hacia las mujeres golpeadas; y el reconocimiento del valor económico de las actividades dentro del hogar, son rubros por los cuales hoy en día se sigue luchando.
También se exige el apoyo a las madres trabajadoras con la instauración de guarderías y el respeto a las leyes que estipulaban la igualdad en el trabajo; además de un seguro de maternidad, para aquellas que no contaban con un servicio de ninguna institución pública; por ello, la protección brindada debía ser similar a la del Seguro Social o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado.
HACIA LA LUCHA DE UNA NUEVA IMAGEN FEMENINA
Si bien, las demandas y exigencias de las feministas no fueron escuchadas del todo, logran materializarse algunas ideas en el cine, un medio fundamental para el movimiento. En México se logra gracias al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, CUEC, fundado por Manuel González Casanova en 1963 y el Centro de Capacitación Cinematográfica, CCC, creado por Rodolfo Echeverría en 1975.
Estas dos Instituciones se forman como producciones independientes y con escasas filmaciones, ya que se buscaba el cambio de enfoque en la imagen femenina, que el cine convencional manejaba como objeto de explotación. Además recibe gran influencia de las agrupaciones feministas de la década de los sesentas, que en casi todo el mundo se venían manifestando.
Las cineastas aportan una consciencia crítica, la cual se funda en valores culturales y humanísticos. Pero gracias a que el sector de sexo femenino de nivel socioeconómico medio, empieza a cuestionar los privilegios laborales, educativos y matrimoniales del hombre; se exigen resoluciones a temas como el trabajo doméstico, aborto, prostitución, violación sexual a la mujer, entre otros. Lo que significa “un compromiso solidario y una mayor comprensión de la existencia femenina”.[4]
La organización única en nuestro país, de este tipo, era el Colectivo Cine-Mujer, con la influencia de las feministas norteamericanas. Fundado por la Psicóloga y estudiante del CUEC, Rosa Martha Fernández, con integrantes que harán un importante trabajo cinematográfico en apoyo a este movimiento como: Beatriz Mira egresada del CUEC; Ellen Calmus, formada en la escuela de cine de Harvard; Guadalupe Sánchez diseñadora gráfica; Ángeles Necoechea actriz; Sonia Fritz productora y editora; la antropóloga Amalia Attolini y las sociólogas María Novaro y Pilar Calvo.
Los propósitos de este grupo de llevar a la pantalla las exigencias que compartían la mayoría de las feministas, los expuso la representante Rosa Martha Fernández, al decir que:
“Nos definimos, en todo caso, por hacer un cine político sobre aspectos específicos de la opresión de la mujer, que sirva para dar consciencia y promover la integración de la mujer en la lucha de clases. Queremos que sea una herramienta, un instrumento político de agitación y, en la medida de que se trata de un vehículo ideológico, utilizarlo como contra-ideologización. Tratamos de que nuestro aporte desarme esos mecanismos, sobre todo aquellos códigos que solidifiquen la opresión de la mujer, y para eso hay que desentrañar lo aparentemente natural de su marginación; mostrar cuáles son los intereses políticos, económicos y culturales que hacen que la mujer esté en el estadio en que se encuentra”[5]
Este Colectivo, se extinguió los primeros años de la década de los ochentas, cuando salió del grupo Rosa Martha Fernández, sin embargo dejó un arsenal sumamente valioso, para la historia de la lucha feminista en nuestro país, pues se usó la cámara cinematográfica para mostrar una nueva imagen y las exigencias de las mujeres en México.
A continuación se presentan dos tablas, en la primera[6] se encuentran las obras más representativas de las cineastas del Colectivo Cine-Mujer; y en la segunda[7], los temas de las películas feministas en el cine y sus fichas técnicas:
Debemos tener claro que el Feminismo en México, pugnaba por la idea de que la situación crítica del sexo femenino, no era una mera reducción de las relaciones hombre-mujer, sino que se remitía a las condiciones materiales y culturales de la sociedad capitalista; es decir, con la división del trabajo doméstico y producción social, se trataba de explicar el sometimiento femenino.
El punto central de la opresión femenina es la familia patriarcal capitalista, porque a través de los roles impuestos socialmente, se manifiesta este pensamiento reduccionista hacia la mujer, en donde sólo sirve para tres funciones: la maternidad, el trabajo doméstico y la socialización de los hijos. Se ha considerado en forma de tradición o costumbre, que estas funciones son extensivas del hecho biológico, por ello, el sexo femenino encuentra limitadas sus posibilidades de desarrollo en otros campos de actividad.
Principalmente se hacía hincapié en temas de denuncia como: el aborto, el trabajo doméstico, la discriminación en el trabajo, la manipulación ideológica y la violación sexual a la mujer; para que la misma sociedad tomara consciencia de la situación femenina; es decir, mostraban la problemática “tal cual era”, en donde había un dominio por el hombre ante las mujeres. Por ello, así como lo decía Mahatma Gandhi:
“Llamar a la mujer sexo débil es una difamación; es una injusticia que comete el hombre con ella. Si por fuerza entendemos la fuerza bruta, entonces es cierto que la mujer es menos brutal que el hombre. Si por fuerza entendemos firmeza moral, la mujer es inconmensurablemente superior al hombre ¿No tiene ella más intuición? ¿No está más presta al sacrificio? ¿No posee más poder de resistencia? ¿No tiene más valor? Sin ella, el hombre no existiría. Si la no violencia es la ley del ser, el futuro pertenece a las mujeres”.[8]
OTRA MIRADA FEMINISTA
Sin contradecir el cine realizado por las cineastas del Colectivo Cine-Mujer, otras realizadoras pretendían llevar a la pantalla las demandas feministas, con diferente forma de ver la realidad, tales como: Maryse Sistach, María Novaro y Adriana Contreras. Ellas decían que:
“Hoy en día no se trata de resolver a golpes los problemas o buscar culpables o víctimas de la marginación femenina, sino de tratar que la mujer se devuelva a sí misma la imagen correcta de su ser y lograr por este medio, que pueda contrarrestar la presión que todavía ejercen sobre ella la tradición, los valores convencionales y la fuerza de la costumbre”.[9]
En este panorama vemos que los personajes de sus películas, van a tratar de desmentir las actitudes o conductas tradicionalmente asignadas a la mujer, como la debilidad, la abnegación, la pasividad y el sacrificio; además se apoya al pensamiento de la fortaleza femenina, en donde piensan más en y para sí mismas.
Esto surge como una alternativa, para que el sexo femenino se re-apropie de su verdadera imagen, con el fin de buscar su identidad; pues se venía planteando en la tradición mexicana valores de la sociedad capitalista y una ideología sexista, que se había interiorizado desde niñas.
Con la siguiente tabla[10] se pretende dar información específica de los filmes realizados por las cineastas feministas, con otra forma de ver la realidad y en donde tratan de rescatar o buscar la identidad de la mujer.
En las películas anteriores lo que se proponen las cineastas es que se dé este cambio de actitud de cada personaje, a raíz del enfrentamiento a situaciones violentas y adversas, en donde dejan de lado la abnegación, el sacrificio y la pasividad; para lograr sobreponerse ante la vida, gracias a su vitalidad, humor y solidaridad, la cual hace que se vuelvan más fuertes y valerosas.
SIGUE LA LUCHA FEMINISTA…
Finalmente a medida de que los movimientos feministas iban decayendo en nuestro país, los intereses fílmicos se tornaron a fenómenos más actuales con la imagen de la mujer en primer plano. Con tendencias a la organización política del sexo femenino, con el fin de que compartieran sus experiencias o defendieran sus derechos.
A continuación se sintetizan las películas de mayor trascendencia de este rubro[11]:
MÁS VIGENTE QUE NUNCA…
Como hemos visto con estas tres etapas del Feminismo en México, al principio sólo se hacía demanda de la situación real en la que se encontraba la mujer y la cual fue criticada, ya que se decía que sólo pretendían poner al sexo femenino en un papel de víctima. Sin embargo se realizaron varios trabajos cinematográficos de gran trascendencia e importancia para la búsqueda de una nueva imagen femenina, en donde se ha intentado cambiar el pensamiento tradicional de la sociedad mexicana, en donde se ve un marcado machismo.
Luego, a pesar de que no habían grandes cambios o repercusiones en cuanto a cuestiones jurídicas o legales, se hicieron documentales o filmes ficcionales, en apoyo y la defensa del sector femenino, con temas sumamente delicados como la violación sexual hacia la mujer. Pero después se trataba de cambiar la ideología machista para erradicar el problema, pues: “allí donde un hombre ha degradado a la mujer, él se ha degradado a sí mismo”.[12]
Vemos la evolución de un cine de únicamente demanda a uno en donde se cambia la forma de ver el problema, para que la mujer busque su identidad y se fortalezca ante las situaciones más críticas de su vida. Por ello, se plantea que la mujer se valore, con el fin de que piense en y para ella misma.
En fin, ante las negativas del sistema de justicia y la misma sociedad, las mujeres no tienen más remedio que organizarse, para hacer valer sus derechos y luchar unidas ante las injusticias laborales. Con ello, vienen los filmes sobre la integración de la lucha política femenina.
Como podemos observar hoy en día, una problemática de siempre, pero expuesta en los años setentas y ochentas, siguen en pie; no se han podido cumplir todas aquellas demandas que las cineastas feministas expusieron en pantalla. Aunque cada día se hacen innumerables esfuerzos por esta nueva imagen de ver a la mujer, sin embargo, la ideología machista persiste en México.
Podemos tener una visión utópica y decir que algún día el sexo femenino será valorado por lo que es, sin imposiciones morales, religiosas y jurídicas; pero a veces se ve tan lejano y aquellos documentales del Colectivo Cine-Mujer, por ejemplo, cobran vigencia en nuestro contexto social actual.
Para concluir y como mujer podría decir que: “[…] en cada país, en cada ciudad, en cada rincón del mundo, vive una mujer que es la representante de tiempos futuros”, Gibrán Jalil Gibrán.[13]
—————
[1] READER´S DIGEST, El Libro de Oro de la Sabiduría, 3000 años de reflexiones sobre la vida; México, Reader´s Digest México, S.A. de C.V., 1997, p. 186
[2] CAMPOS CASTRO, Luz María. Las realizadoras del Cine Mexicano y el Feminismo, FCPYS, UNAM, 1988, p. 24
[3] CAMPOS CASTRO, Luz María. Op. Cit., p. 25
[4] CAMPOS CASTRO, Luz María. Op. Cit., p. 62
[5] CAMPOS CASTRO, Luz María. Las realizadoras del Cine Mexicano y el Feminismo, FCPYS, UNAM, 1988, p. 63 y 64
[6] CAMPOS CASTRO, Luz María. Op. Cit., p. 65 y 66. Datos retomados del texto de dicho autor.
[7] Ibíd., p. 66-82. Se podrá encontrar en estas páginas en forma de texto, los datos contenidos en la tabla.
[8] READER´S DIGEST, Op. Cit., p. 191
[9] CAMPOS CATROS, Luz María. Op. Cit., P. 83
[10] Ibíd., p. 84-91. Se podrá encontrar en estas páginas en forma de texto, los datos contenidos en esta tabla.
[11] CAMPOS CASTRO, Luz María Op. Cit., p.91-93
[12] Ibíd., p. 186
[13] READER´S DIGEST, El Libro de Oro de la Sabiduría, Op. Cit., p. 187
—————
FUENTES CONSULTADAS:
- CAMPOS CASTRO, Luz María. Las realizadoras del Cine Mexicano y el Feminismo, FCPYS, UNAM, 1988.
- READER´S DIGEST, El Libro de Oro de la Sabiduría, 3000 años de reflexiones sobre la vida; México, Reader´s Digest México, S.A. de C.V., 1997.