Por: Myriam Corte
Sobre la calle Génova un grupo de jóvenes -algunos con el rostro cubierto, otros sosteniendo una manta- se dirigen hacia la avenida Reforma. Sus consignas atraen la atención de los transeúntes y de aquellos espectadores que desde el balcón de algún restaurante miran con asombro al contingente.
Los estudiantes de la ENAH esta vez gritan más fuerte: ¡Revolución, insurgencia y rebeldía; abajo y a la izquierda, la escuela de Antropología e Historia! A unos metros de ellos, ya se encuentran otros contingentes esperando su turno para incorporarse a la marcha.
Un contingente tras otro van formando una enorme fila que comienza a cubrir la avenida Reforma. A la cabeza de este mar de personas se encuentran las madres y los padres de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, 43 estudiantes que no regresaron a sus aulas, 43 futuros maestros.
Este 26 de septiembre, se cumplen cuatro años de aquellos lamentables hechos ocurridos en Iguala, Guerrero. Ya pasan de las cuatro de la tarde, el cielo comienza a nublarse pero, no así la fuerza de las madres y padres, quienes desde hace cuatro años se mantienen en lucha y hoy más firmes que nunca; a pesar del dolor, desesperación y rabia.
La lluvia cae, las gotas suaves se convierten en intensas. La vanguardia avanza y poco a poco el Ángel de la independencia va quedando atrás. Las madres y padres como hace cuatro años llevan en sus manos los retratos de sus hijos.
¡Ni perdón, ni olvido! Gritan los contingentes. Todos avanzan y sólo las sombrillas y la capa de plástico amortiguan un poco la fuerte lluvia. Atrás de los padres, los contingentes de los estudiantes de las diversas normales rurales también están presentes.
La gente a la orilla de las banquetas se detiene y mira, algunos graban con el celular y unos más continúan su camino. Las madres y padres han llegado ya al Antimonumento. Los medios de comunicación se aglutinan porque en este lugar se hace pase de lista de los 43 normalistas y de los estudiantes asesinados esa noche de septiembre.¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia! Es la exigencia al terminar de nombrarlos.
La marcha continua y la lluvia ya ha parado. La vanguardia pasa el Hemiciclo a Juárez para entrar por 5 de mayo a la plancha del Zócalo. Al llegar ahí, el templete donde darán algunas palabras ya está listo.
Previo a las palabras de las madres y los padres el grupo Los Guaraguau de Venezuela interpretaron diversas canciones; entre la letra de una de ellas se escucha: “Ayúdame a encontrar desaparecidos porque está prohibido dejarlos en el olvido”. Así, mientras ellos interpretan estas melodías, los contingentes siguen llegando a la plancha.
Ahora el micrófono lo toma un compañero quien con voz firme dice: “El 26 de septiembre del 2014 nuestros compañeros de la normal rural de Ayotzinapa, se encontraban realizando sus actividades en la escuela Raúl Isidro Burgos; y más o menos a esta hora salieron rumbo a Iguala para recaudar cooperación, tomar autobuses y venir a la Ciudad de México para exigir justicia por el 2 de octubre de 1968. No sabían que el ejército, la policía federal, estatal y municipal del Estado de Guerrero atentarían contra ellos, asesinando a tres esa noche y lesionando a dos”.
Enseguida toma la palabra el señor Emiliano Navarrete, padre de José Ángel Navarrete, quien señaló: “Hoy son cuatro años de la agresión contra nuestros hijos. En ustedes encontramos un gran apoyo para encontrar la justicia porque no se puede caminar solo, para no caer, nos han dado fuerza”.
Resaltó que se están abriendo nuevas esperanzas y compromisos para dar con el paradero de sus hijos. Algunos contingentes siguen entrando y los presentes escuchan con atención.
El señor Navarrete recalcó que no van a aceptar la postura del gobierno actual sobre el caso Ayotzinapa, “se ha demostrado quién está mintiendo”. Agregó que al reunirse con el presidente electo Andrés Manuel López Obrador se abre una esperanza, pues el único objetivo es que se esclarezca el caso.
Para la señora Cristina Bautista Salvador, madre de Benjamín Ascencio Bautista, ya son cuatro años de no ver a su hijo, de no darle abrazos ni recibir los suyos. También agradeció el apoyo del pueblo de México y pidió que sigamos caminando juntos hasta encontrar a sus hijos porque ni la lluvia ni el viento detendrán este movimiento.