Por: Joaquín Rinconcillo
Un día como hoy, hace 50 años, se llevó a cabo el suceso conocido como: La Matanza del Jueves de Corpus o El Halconazo, llamado así por la participación de un grupo paramilitar, patrocinado por el gobierno, para reprimir movimientos sociales conocido por el nombre de Los halcones.
El acontecimiento tiene antecedentes a finales del año de 1970, cuando en la Universidad Autónoma de Nuevo León, un grupo de estudiantes y profesores, presentan una ley orgánica donde se propone un gobierno paritario; esto irritó a los gobernantes estatales, lo que produjo casi inmediatamente un recorte presupuestario. Bajo este panorama, el Consejo Universitario crea un nuevo proyecto donde prácticamente se suprime la autonomía de la universidad, esto fue el detonante para que el alumnado se manifestara.
En la Ciudad de México, a mediados de 1971, alumnos de educación media superior y superior salen a las calles a manifestarse en apoyo a los estudiantes de Monterrey, provenientes de -entre otras universidades- Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Asimismo, en dicho año salen los últimos presos políticos de la masacre del movimiento estudiantil de 1968 y viendo un nuevo gobierno con la posibilidad de cambio, acompañan a los estudiantes a manifestarse.
El alumnado es convocado para marchar el 10 de junio a las 4pm, en el Casco de Santo Tomás, con rumbo al Monumento a la Revolución. Encabezados por el contingente de la Escuela de Economía, la marcha parte desde la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, dirigiéndose hacia la Avenida de los Maestros, encontrándose con contingentes policiales que, al final, permitieron pasar a los manifestantes, quienes dejaron el paso libre a un lado de la Normal. Esto era una trampa, pues llegando a la calzada México-Tacuba, estaban esperando quizás más de mil hombres armados, que portaban desde porras y palos de bambú, hasta rifles de alto calibre.
Estos halcones cercaron la manifestación, evitando que nadie saliera o entrara, y comenzó el fuego hacia los estudiantes, incluso desde los edificios, había personal militar entrenado para el uso de francotiradores. El caos fue absoluto, además, había transportes improvisados como autobuses, coches privados y ambulancias de la Cruz Verde, en los que se llevaba armamento militar. La policía, expectante de este suceso, se quedó observando la masacre. Periodistas llegaron al suceso, fueron agredidos, despojados de sus pertenencias y amenazados de muerte. Después de la masacre, muchos estudiantes no se salvaron de su fatídico destino, ya que grupos de policías y halcones llegaron al hospital Rubén Leñero, para encarcelar a los manifestantes o darles muerte en sus camillas.
A la mañana siguiente, el regente de la Ciudad de México, Alfonso Martínez Domínguez, dijo en una rueda de prensa: “Los halcones son un mito”. Desde ese entonces se le recuerda como “Don halconzo”.
El gobierno de Luis Echeverría negó cualquier relación entre su gobierno y el suceso, nunca se dieron datos oficiales, censurando todo lo que estuviera a su alcance. Las cifras extraoficiales cuentan a 120 muertos, aproximadamente 150 heridos y 336 encarcelados. El gobierno nunca se hizo responsable de las acusaciones.
Los años posteriores no fueron mejores, llenos de miedo y autoritarismo, no fue hasta 2002 que se presentaron las acusaciones contra Echeverría en el gobierno de Vicente Fox, donde se creó la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y se decretó que lo sucedido el 10 de junio fue y sigue siendo considerado genocidio. Con ello, fue detenido el expresidente Luis Echeverría el 22 de Julio del 2004.