Cuando la “portación de cara”: estudiante, piel morena, pelo largo, rockero y discapacitado te vuelven un “potencial delincuente”.
Por la Redacción
Fernando Rodríguez Ochoa “El Morgan”, es un joven estudiante de ciencias sociales de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Fue detenido injustamente y actualmente está bajo proceso en el Reclusorio Oriente, tras ser señalado de tocamientos a una pasajera en la estación Pino Suarez el pasado 22 de mayo. Tan expedita y eficaz pareciera la justicia que en un término menor a 48 horas la vida de Fernando cambió radicalmente. En cuestión de 10-15 minutos pasó de ir en un viaje dominical en metro, a estar detenido en el famoso “bunker” de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México.
Según sus abogados defensores, la fiscalía no ha presentado pruebas contundentes de que Fernando sea responsable de lo que se le acusa. Lo que sí ha evidenciado el caso es una serie de irregularidades en la integración del expediente, que lejos de postular un juicio apegado a derecho, demuestran una serie de violaciones al debido proceso. Lo que también se comprueba por la exigencia de los fiscales hacia Fernando de declararse culpable el mismo día de los supuestos hechos.
Los abogados, familiares, compañeros, amigos, amigas, profesores, profesoras y colectivos de trabajo con los que Fernando ha impulsado diversos proyectos culturales, educativos y transformadores de realidades tan adversas como es el acceso a la educación, reconocen que a Fernando le imputan un delito del cual es inocente, aunque es muy probable que en medio de la multitud, otra persona lo haya cometido. Considerando que el hecho ocurrió en una de las estaciones mayormente concurridas en este sistema de transporte que a diario transporta a miles de pasajeros.
Al cumplirse un mes de la injusta privación de la libertad de Fernando, su defensa ha hecho un profundo análisis jurídico y social de los hechos, afirmando contundentemente que es inocente. Lo que sí es un hecho probado es que hubo una clara “violación al debido proceso”, quizá motivado por algo que se denomina como “portación de cara”, es decir, Fernando es víctima no sólo de un sistema jurídico con serios vacíos, sino que se le acusó por sus rasgos físicos, forma de vestir y actuar. Muy probablemente estuvo en el lugar y hora equivocados, sumado a los paradigmas sociales de quienes vieron en él a un potencial delincuente.
Familiares y amigos del Morgan lo describen como un joven delgado, moreno, y pelo largo; de vestir y hablar cantadito, como en la cultura rockera, la “del barrio” como el mismo lo expresaba estando en libertad. Para ganarse la vida, además de estudiar, Fernando tiene varios oficios, ha sido pintor, plomero, carpintero y hasta reparador de inmuebles. Además de todo lo anterior, Fernando es hasta irónico con su propia discapacidad visual, pues el mismo se autodefine como El Morgan, emulando a un reconocido luchador mexicano.
Fernando Rodríguez Ochoa, el Fer, el Fercho, el Morgan como le dicen sus amigos y compañeros de andares, es un luchador social comprometido con diversas causas, principalmente étnicas, educativas y medio ambientales. Ha viajado a diferentes estados de la república mexicana y algunos países de América Latina como Cuba, Colombia, Perú y Bolivia. En estos viajes ha impulsado y promovido el modelo educativo de su casa de estudios, la UACM; participó en una experiencia educativa muy particular: la Escuelita Zapatista; pero uno de los principales proyectos que ha fundado, promovido y fortalecido durante más de una década es el Curso Autogestivo UACMita. Desde este proyecto colectivo auto gestionado se acompaña a jóvenes en condiciones de vulnerabilidad en su proceso de preparación para acceder a la educación media superior en la CDMX.
Cuántas vueltas da la vida que un viaje en metro puede pasar de un trayecto alegre, a dormir en las cuatro paredes de un reclusorio, a causa de evidentes violaciones al debido proceso. Según los abogados de Fernando, la carpeta de investigación tiene varias inconsistencias, entre ellas que buscaron “cuadrar” las declaraciones de la víctima y sus familiares ante el Ministerio Público; los fiscales supuestamente “solicitaron” los videos a las autoridades del metro, pero los responsables de este sistema de transporte señalaron a la defensa que a la fecha no han recibido ninguna petición. Es probable que ésta evidencia se haya perdido intencionalmente o por error administrativo, pero esto ocasionará que se alargue el proceso. A todo lo anterior, hay que agregarle el protocolo exprés que aplicaron elementos de la Policía Bancaria Industrial, pues bastaron 10-15 minutos para que Fernando terminara en el “bunker” detenido frente a un MP y 48 horas después trasladado al Reclusorio Oriente, donde ahora enfrentará un proceso plagado de irregularidades. Cuando Fernando estaba en el bunker los familiares más cercanos que acudieron hasta ahí escucharon dentro de las instalaciones de la fiscalía el ya tradicional de la justicia mexicana: ¡esto se arregla con dinero!
Ha pasado un mes de la detención de Fernando, la familia sin falta ahora asiste a la visita de cada jueves y domingo en el reclusorio. Cabe destacar que no lo hacen solos, pues los acompañan algunos compañeros y compañeras de Fernando que al igual que la familia llevan alimentos, dulces, utensilios de limpieza y cartas para hacerle saber al Morgan que no está sólo y que entre todas y todos harán hasta lo imposible por liberarlo de una prisión injusta. Por lo pronto ya preparan una serie de movilizaciones y peticiones a instancias protectoras de derechos humanos para exigir que Ernestina Godoy, fiscal de la CDMX, mandate una revisión exhaustiva del caso de Fernando, para evitar se vuelva víctima de un sistema de justicia con muchas deficiencias, que de fondo dejan ver violaciones graves al debido proceso y a los derechos humanos.
Mientras tanto, Fernando en su condición de estudiante recluido ya se sumó a la matrícula universitaria del Programa de Educación Superior para Centros de Readaptación Social del DF (PESCER) de la UACM, donde espera continuar con su proceso de titulación y seguir reivindicando el lema de su casa de estudios: Nada humano me es ajeno.