Por Tiyako Felipe
Hoy fue un día muy triste, de esos que uno experimenta cuando vuelve al lugar por el que tantas veces ha andado sus pasos. La tarde era nublada, de repente una que otra gota de lluvia sorprendía a las personas que iban y venían sobre avenida Tlahuac.
Los nubarrones y la amenaza de lluvia se parecían algo a ese sentimiento de cuando se tienen ganas de soltar el llanto pero no se puede. La sensación es indescriptible: de pronto una fuerte opresión en el pecho, el nudo en la garganta, mientras por dentro se hace fuerza para contener el llanto. También llega una mezcla de rabia e impotencia cuando uno se pregunta ¿Quiénes serán los culpables de esta lamentable tragedia?
Todos los sentires se mezclan, van y vienen al contemplar el paisaje dantesco: los rieles del metro suspendidos en el aire como si fueran las vertebras de un esqueleto. La arena sobre la vía ahora ha quedado como suspendida en el aire y esa imagen nos lleva al momento que vivieron las personas cuando el comboy se vino abajo. Finalmente, una imagen que quizá ya dio la vuelta al mundo: el puente del metro colapsado sobre un auto que aun permanece bajo el cemento y el acero.
Despues de una semana fue el día de volver a Tezonco-Olivos. La imagen encontrada evoca el título de un mural que hace algunos años se pintó en el panteón vecinal del pueblo: La última estación. En ella la figura de un tren y sus ventanas contenían imágenes de la historia y el presente del pueblo de Tezonco. El frente de la máquina daba a la entrada del panteón, lugar de la última morada de los nacidos en Tezonco.
Hoy fue el día para recordar una pregunta que me hice un día antes del fatídico accidente. El domingo 2 de mayo, para ser exacto en el calendario. Mientras circulaba a bordo de un microbus sobre avenida Tlahuac y después de mirar un pilar del metro vino la pregunta que hoy cala hasta el alma: ¿Esos pilares realmente aguantarán tanto peso?
El 3 de mayo, después de las 10 de la noche, vino la respuesta a mi pregunta: 26 personas perdieron la vida y otras tantas resultaron heridas al colapsarse un pilar del puente del metro, cerca de la estación Olivos.
La sensación de estar en el lugar donde se respira y transpira tristeza, dolor, rabia y llanto, puede resumirse en una palabra: ¡¡JUSTICIA!! Con letras grandes y mayúsculas, como está escrito en una de las cartulinas pegadas junto a decenas de veladoras para iluminar el camino de quienes perdieron la vida en tan lamentable accidente.
San Lorenzo Tezonco, 10 de mayo 2021.