Por: Mónica Olivares.
Ciudad de México.- José Hernández presentó el pasado 11 de marzo en el Auditorio Pablo González Casanova de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la primera parte de la novela gráfica, “Che. Una vida revolucionaria”. La cual es una adaptación del libro que publicó el periodista Jon Lee Anderson en 1997.
Durante la charla, se dio a conocer el tomo dos, titulado Libro 2: Cuba, de una trilogía que corresponde a El Che en México y El Che en Bolivia. La novela describe la vida íntima de Ernesto Guevara y su participación en la revolución cubana.
Acompañado por Eduardo Rabasa, editor de Sexto Piso y Jorge Márquez, profesor de la facultad, José Hernández –caricaturista mexicano, codirector de la revista de humor político El Chamuco y parte del equipo gráfico de La Jornada– mencionó que quizo contar de otra manera la historia del Che, “como la historia de un personaje que vive aventuras, que se enfrenta a situaciones muy comunes cuando alguien decide levantarse en armas en una revolución”.
Mencionó que Cuba no sólo es la parte más extensa de la biografía de Jon Lee Anderson:
“Si Ernesto Guevara pasa a la historia es por su participación en la revolución cubana y es el momento en que Ernesto Guevara se convierte en “El Che” en todos los sentidos”.
Durante la sesión de preguntas y respuestas fue cuestionado sobre el riesgo que representa ejercer su profesión, a lo cual Hernández comentó que, el género que maneja –caricatura política– no es una profesión que en este momento sea acosada.
Recordó el caso de Rius en el 68 –su secuestro y simulacro de fusilamiento–. Sin embargo mencionó que, sí ha tenido presiones por parte del poder, específicamente en el sexenio del PAN con el gobierno de Vicente Fox, algunos personajes de la política mexicana exigieron su despido dentro del periódico Milenio.
También proporcionó algunos tips para los interesados en realizar caricatura política:
“Combinar un dibujo eficaz con una precisión en el análisis político para hacer una buen lectura de lo que está sucediendo y una total y absoluta honestidad periodística, esto implica no venderse, no hacer caricaturas sin tener el sustento periodístico”.
El público estudiantil mostró interés y también le preguntaron sobre la vida de un monero, a lo que respondió que es divertido y un poco frustrante: “sobretodo cuando pasa el tiempo y uno ve el retroceso de lo que sucede en el país a nivel social, político y económico”. Dijo ser una persona optimista a largo plazo: “porque las luchas sociales siempre son a muy largo plazo pueden lograr triunfos pequeñitos o hay veces que ni siquiera se notan”.
Otra de las preguntas por parte de los jóvenes fue saber si la novela gráfica rescata la parte revolucionaria, sus principios políticos. “Es necesario retomar la parte comunista del Che, actualmente ser comunista es un desafío. ¿Buscaba retomar el planteamiento teórico del Che, el hombre nuevo, la experiencia de trabajado voluntario?”
Hernández respondió reiterando la intención de la novela gráfica: “es contar una historia de una persona y hacerlo de una manera más personal e íntima, tratar de entrar en el momento y entender algunos de sus planteamientos y frustraciones, siguiendo la estructura de Anderson en su biografía”.
Asimismo, afirmó que el género que funciona mejor para entender la historia del Che y sus principios revolucionarios a través de “monos” sería lo que hizo durante años Rius o lo que actualmente hace El Fisgón, son historietas didácticas y José Hernández mencionó que es un género que no maneja. La intensión de la novela gráfica que presentó no es contar la historia con fechas exactas de la vida del Che.
Al concluir dijo que rescata tres principios del Che Guevara, ya que es un personaje que en la actualidad no se encuentra y desde su punto de vista sin la característica de la guerra armada o la vida armada, un personaje que podría estar cercano al “Che” es Pepe Mujica en cuanto a esa austeridad casi monástica.
Estas características son:
- Su idealismo. Realmente querer cambiar las cosas, idealismo casi “Quijotesco”.
- Congruencia absoluta. El primero en asumir y cumplir las cosas, siempre poniendo el ejemplo.
- Su dignidad. Esa negativa absoluta a vender sus convicciones e ideales.