Desalojo del Centro Comunitario Chiamilpán y su contexto sociohistórico.

Vida, muerte y resurrección del CCCH

Por: Sergio Pacheco Cruz.

Desalojo del Centro Comunitario Chiamilpán

El pasado 14 de marzo fue desalojado el predio del Centro Comunitario Chiamilpán (CCCH), en Cuernavaca Morelos. Siendo las once del día, con actitud de burla y de manera altanera, la Licenciada Barranco, Actuaria del Tribunal Agrario No. 18 del Estado de Morelos, llegó junto con aproximadamente tres docenas de policías del mando único y otras tres docenas de cargadores; éstos últimos, algunos trabajadores de conocida casa de materiales del pueblo de Chamilpa, fueron contratados por comuneros, que les brindaron pañuelos azules para colocar alrededor de sus cuellos, con el fin de que los policías pudieran diferenciarlos en caso de enfrentamiento.

En el Centro Comunitario se encontraba un tallerista con su padre, quien menciona que el desalojo no fue llevado conforme a la aplicación del protocolo oficial, donde primero se tiene que notificar la fecha a las partes interesadas:

“Los abogados que llevan el caso fueron notificados en las dos fechas anteriores que amenazaban con desalojarnos, pero en las últimas semanas cuando iban al juzgado nunca les dieron razón alguna, lo que demuestra una vez más la colusión entre el comisariado comunal y las autoridades locales. Ellos sabían que al darnos las fechas iba a existir el apoyo de la gente que usa el Centro Comunitario, los cuales algunos son vecinos del poblado, estudiantes y profesores de la UAEM, compañeros de distintos colectivos, así como compañeros de la Asamblea Permanente de los Pueblos de Morelos, justamente como sucedió el pasado 12 de diciembre y 5 de febrero… Los cargadores que trajeron los comuneros, parecían más bien golpeadores. Llegaron de una manera muy violenta botando todas nuestras cosas, y amenazándome todo el tiempo con hacerme daño si no cooperaba con ellos, de hecho dañaron varios materiales del taller de serigrafía.”

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Terrero estratégico para nuevos negocios

El terreno donde se encuentra físicamente el CCCH mide un poco más de 8000 metros cuadrados  y es de los pocos predios dentro de la mancha urbana de Cuernavaca, que están aptos para trabajar la tierra y sin asfalto. Hasta el día del desalojo tenía huertos de amaranto, lechugas, acelgas, piñas; dos espirales de plantas medicinales como: ruda, salvia, menta, té limón, vaporrú, albaca, lavanda, citronela, hierbabuena, entre otras; así como una huerta de veinte árboles de limones, que dan flor todo el tiempo presagiando la buena cosecha que ofrecen durante el año.

Dicha huerta fue sembrada desde hace más de una década por el Sr. Aparicio, quien siendo comunero al igual que su padre y abuelo fue desconocido como tal, para el despojo de su tierra de manera sistemática. Esto porque el predio se ubica en un lugar estratégico:

  1. Está frente al tianguis de Chamilpa, que funciona dos veces por semana y el cual genera miles de pesos, por el cobro de piso de los cientos de comerciantes que ahí se dan citan, por lo que los promotores comunitarios piensan que tratarán de agrandar el tianguis o lo usarán como estacionamiento, al igual que un predio que fue despojado por los mismos comuneros el año pasado.
  2. Está la posible construcción de departamentos, principalmente para estudiantes, pues se encuentra a medio kilómetro de la UAEM. Así este proyecto representa uno de los negocios más fructíferos, por la gran cantidad de personas que llegan de diferentes partes de la República Mexicana y de otros países a la universidad.

La familia que por cuatro generaciones ha sido propietaria del terreno pudo comprobar su posesión de antaño en los dos juicios anteriores, sin embargo, este tercer y último juicio se resolvió a favor de los comuneros. Pues se reabrió el litigio dos veces más, porque de manera sospechosa se perdía la documentación correspondiente en el Tribunal Agrario.

Uno de los argumentos principales de los comuneros era que ese predio había sido invadido por la familia legítima desde hace diez años. Al no poder comprobar dicho hecho, optaron por manejar el argumento de que además estaba baldío, es decir, sin ocupación alguna por lo que iban a darle un uso de bien común.

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Actividades en el Centro Comunitario Chiamilpán. Foto: Tania Galaviz.

Centro Comunitario Chiamilpán proyecto que seguirá

El Centro Comunitario Chiamilpán nació hace casi dos años con miembros de distintos colectivos, en su mayoría por estudiantes y egresados de la UAEM; por lo que poco a poco fue creciendo y aumentando no sólo el número de integrantes, sino la pluralidad en cuanto a proyectos, ideologías y formas de ver la vida.

Actualmente la Asamblea permanente de los pueblos de Morelos y algunos vecinos del pueblo de Chamilpa, también forman parte del CCCH; así como pasantes de la Universidad que realizan servicio social o prácticas profesionales, principalmente de Psicología y Ciencias del Deporte, aunque se desea integrar a más facultades.

Después del desalojo, los integrantes piensan reubicarse y continuar con los proyectos que ahí se desarrollaban, entre los cuales se encuentran: “La escuelita”, taller de tareas llevado a cabo por estudiantes de Pedagogía, Ciencias de la Educación y otras carreras a estudiantes de primaria y secundaria; asesorías jurídicas y talleres de artes marciales y serigrafía.

Los proyectos se realizaban de forma gratuita y autogestiva, sin recibir apoyo de ninguna instancia gubernamental. Únicamente en los talleres se solicitaba una cooperación voluntaria para cubrir el gasto de materiales. Así que en la página de facebook “Centro Comunitario Chiamilpán” se dará a conocer la nueva sede de reubicación.

Hasta el momento la única acción que han hecho los integrantes del centro comunitario es  manifestarse de manera pacífica, el martes 15 de marzo en la Glorieta de Zapata, donde cerraron de manera intermitente la carretera federal hacia la Ciudad de México, para informar a la ciudadanía sobre la situación y buscar un posible diálogo.

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Bloqueos intermitentes en Glorieta de Emiliano Zapata, Morelos. Foto: Elizabeth Pepinillo Marino.

Según la historia esto no es nuevo

En México, el conflicto por la tierra ha existido permanentemente. En nuestra historia antigua, a través de herramientas que nos ofrece la arqueología y etnohistoria podemos saber sobre la expansión de los imperios establecidos en grandes ciudades en el Altiplano Central, tanto en Mesoamérica como en la Zona Maya, cuya imposición de tributos era la forma política y jurídica que garantizaba el acceso a la tierra.

Aunque cambió el contexto, cuando llegó la invasión española este problema aún siguió. La gente no quería dejar de cultivar su tierra. Su legitimidad recaía en que sus antepasados también la habían cultivado por generaciones, y ese era su único pero certero argumento, lo cual hacía que se arraigarán más a ella, quizás igual como con sus ídolos detrás de los Santos impuestos.

De hecho, unas décadas después de la derrota de los mexicas en la gran Tenochtitlán, de donde salió ganador el pequeño grupo de españoles invasores, así como el numeroso ejército indígena aliado (compuesto por tlaxcaltecas principalmente), se dio la primera rebelión popular por la tierra.

Bloqueos intermitentes en Glorieta de Emiliano Zapata, Morelos. Foto: Elizabeth Pepinillo Marino.
Bloqueos intermitentes en Glorieta de Emiliano Zapata, Morelos. Foto: Elizabeth Pepinillo Marino.

Rebelión popular de los terrazgueros

Este levantamiento, no tan numeroso como los procesos que se dieron siglos después, sí fue de suma importancia, ya que las clases populares de este nuevo mundo fueron las protagonistas. Este episodio poco conocido fue la rebelión popular de los terrazgueros (Zapata, Israel Jurado, 2015): grupo compuesto por el maye (mayeque en plural-“antiguo grupo económico de la época prehispánica que no pertenecían a ningún calpulli y que constituían una mano de obra fluctuante, sujeta a la renta de su fuerza productiva”) y por el macehualli (macehualtin en plural, que se entiende como “vasallo, gente del común, gente pobre o popular”).

Se revelaron principalmente contra los encomenderos y los indígenas de descendencia noble (tectecuhtin), así como de los privilegiados indígenas por su participación en la guerra de conquista; ellos eran los estratos sociales principales que se aprovechaban de su situación de poder para maltratar a la gente del común, unos con la justificación de cristianizar y otros por el simple hecho de hacer acto de dominio, para el nuevo ciclo que empezaba después de la hegemonía mexica en el México Central y zonas anexas.

Esto, aunado a los factores como el shok colectivo por las muertes masivas provocadas por las epidemias traídas por los invasores europeos; igualmente por la preocupación que tenía la Corona Española, por la preponderancia que los encomenderos iban obteniendo cada vez más, al igual que los nobles indígenas.

La ventaja de obtener mayores tributos, que veía la corona al cederle el privilegio de dotación de tierras a la gente del común, en los diferentes pueblos aún mayor, crearon la presión necesaria  para dar origen a las Leyes Nuevas de 1550 dictadas desde la Corona Española. Así es como se da el primer antecedente de lo que se conoce como tierra comunal.

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Actividades en el Centro Comunitario Chiamilpán. Foto: Tania Galaviz.

A manera de conclusión

Esto es lo que dio certeza jurídica hasta nuestros días a los pueblos indígenas, en donde en la mayoría de los casos aún persiste la visión sobre el beneficio de la comunidad y no el enfoque individual de occidente, que hoy en día se plasma en el contexto del capitalismo salvaje.

Hay pueblos que luchan por rescatar el enfoque comunitario, tal como es el caso de Amilcingo (uno de varios ejemplos) en el oriente de Morelos, que ha luchado y resistido, no sólo contra el megaproyecto del Plan Integral Morelos (que abarca Tlaxcala, Puebla y Morelos), el cual se compone por un gasoducto, dos termoeléctricas y un acueducto; sino contra algunos actores sociales que se oponen al gobierno por usos y costumbres. Proceso que han logrado con mucho esfuerzo en los últimos años.

Chamilpa es uno de los tantos pueblos originarios que han sido absorbidos por la mancha urbana de las ciudades, en este caso Cuernavaca. El problema de la tierra en el Centro Comunitario Chiamilpán nos da una muestra de cómo en algunos lugares ha cambiado la concepción cultural original que los pueblos tenían sobre la tierra, donde los intereses comunitarios se anteponían a los intereses individuales sin menor cuestionamiento, cosa que ha dado un giro drástico.

Desde la rebelión de “los terrazgueros” hasta nuestros días siguen las confrontaciones entre diferentes grupos y sectores, incluso no solamente entre la clásica dicotomía que nos han impuesto desde siempre en los programas escolares de español/indígena, sino hasta entre grupos de la misma raíz originaria, como son los nativos. Así que no sólo la lucha de la tierra en contra del despojo se da contra el gobierno y las grandes empresas trasnacionales, sino que también entre nosotros mismos.

De manera perversa podemos notar que la Junta del Comisariado Ejidal actual en el pueblo de Chamilpa se ha enriquecido a costa de un discurso identitario, que no es congruente con la realidad. Una de las causas principales son los procesos de urbanización o lo que algunos antropólogos llamarían: la propagación del continuum urbanum. Esto, como en todos los procesos en la modernidad, ha generado cambios sociales y culturales donde poco a poco lo tradicional va desapareciendo dejando consigo sólo incertidumbre en la existencia.

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Bloqueos intermitentes en Glorieta de Emiliano Zapata, Morelos. Foto: Elizabeth Pepinillo Marino.

Referencias:

ZAPATA, Israel Jurado. La rebelión popular de los terrazgueros: ¿etnogénesis temprana frente al colonialismo español? Espaço Ameríndio, Porto Alegre, v. 9, n. 3, p. 39-62, jul./dez. 2015.

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