Por Tlaliztitzin Arellano y Tiyako Felipe
En La Planta, El Molino Tezonco, Cananea y Del Mar, colonias ubicas al oriente de la Ciudad de México, en uno de los tantos cinturones periféricos de marginación, pobreza y olvido que comparten las delegaciones Iztapalapa y Tlahuac, después del sismo del 19 de septiembre decenas de familias viven en estado de emergencia y casi abandonadas a su suerte.
Debajo de una cantidad considerable de hogares y calles de estas colonias cruza una grieta que después del sismo de 7.1 grados dañó estructuralmente las viviendas. Protección Civil de la CDMX declaró algunas de ellas “habitables”, sin embargo, a simple vista son hogares que con otros sismo de igual o menor magnitud se pueden venir abajo. Tan sólo en el andador Revolución, entre las calles Rosalitas y el Molino, siete viviendas se tienen que desocupar en su totalidad. Aún más ¿Cómo declarar habitables las viviendas que están sobre una grieta?
Durante un recorrido por las principales calles afectadas Políticas Media pudo constatar que principalmente los vecinos y brigadistas voluntarios de la UACM y la UNAM son quienes están ayudando a la remoción de escombros y relleno de la grieta en el interior de las viviendas. Asimismo se han organizado para reparar el sistema de drenaje, dañado por el temblor del pasado 19 de septiembre.
El testimonio de algunos vecinos refiere que por lo menos los de La Planta llegaron hace más de 30 años, quizá antes o después del sismo de 1985. Su historia dice que en un principio se establecieron en Valle de Luces Culhuacán, en calidad de “paracaidistas”; trás una negociación con FIVIDESU les otorgaron los predios donde actualmente viven ¿Acaso no sabía el gobierno qué era una zona de alto riezgo? En un testimonio mencionaron ser conscientes de estar en una zona de peligro: ya lo sabíamos nosotros, siempre se ha hundido, pero ahora si se hundió bastante. Es una grieta enorme, que no tiene fin, ya nos dijeron.
Las autoridades de la delegación Iztapalapa, después del dictamen de Protección Civil, señalaron cada una de las casas donde se puede o no habitar. Sin embargo, los colonos denuncían que después del temblor “vinieron los de Protección Civil, se metían a las casas y rápidamente dictaminaban: esta es habitable, esta no; esta la puedes construir -aunque la mitad de tu casa esté un metro abajo y en medio de una enorme grieta-. Aseguran que es necesario “un papel para ampararnos a entrar a las casas con nuestros hijos. Necesitamos algo, un amparo donde diga que ellos nos están diciendo que si podemos vivir ahí”.
El sismo del 19 de septiembre, según una damnificada/voluntaria, les trajo sentimientos encontrados porque han recibido visitas de “muchos políticos que vienen a ilusionarnos” de volver a habitar sus viviendas. Sin embargo la realidad es otra, se dicen “engañados” porque la grieta de hace más de 30 años fue creciendo con el paso del tiempo. Con el temblor muchos perdieron el patrimonio de varios años y señalan que ahora no se trata sólo de “venir a aplanar –calles- y que se vea bonito” porque está es una zona de alto riezgo.
Vivir bajo una grieta en estas colonias se ha vuelto algo común, los niños juegan a saltarla sin imaginar que en cualquier momento el desastre puede arrebatarles todo, hasta la vida. Al preguntar si estarían dispuestos a una reubicación contestarón que es dificil por el “sentimiento al lugar”, pero sobre todo sería complicado porque “Somos de bajos recursos, yo quisiera estar en otro lado pero pues aquí nos tocó vivir. Si tuviera los recursos sufiencites o me brindaran una casa, sí me iba”.
Actualmente los vecinos piden ayuda a brigadistas voluntarios para remover escombros, rellenar la grieta bajo sus viviendas; trayendo actividades culturales y de salud. Asimismo requieren casas de acampar, colchonetas, polines para apuntalar sus viviendas, agua embotellada y materiales para la construcción. De igual manera piden a las autoridades y sociedad civil que no los abandonen a su suerte porque la etapa más difícil vendrá cuando tengan que retomar sus actividades conviviendo con la grieta.