Por Mauro Jarquín y Gil Cabrera.
“Si quieren saber por qué Grecia sigue en depresión, la respuesta es muy sencilla: está atrapada en una Eurozona que impone austeridad a Grecia y al resto de la periferia”.
A. Tsipras-2013
El pasado 25 de enero, Syriza, -Coalición de Izquierda Radical- obtuvo el triunfo en las elecciones anticipadas en Grecia. Lo anterior, inmerso en un escenario político y económico poco favorable para el pueblo heleno, tras más de cinco años de crisis económica, la cual había llegado a su agudización bajo el gobierno de coalición entre Nueva Democracia y PASOK. Las políticas implementadas por Antonis Samarás, favorables a las exigencias de la Troika, evidenciaron la inviabilidad de la gestión neoliberal en un país deficitario. Las políticas de austeridad sustentada en recortes al gasto público, incluido en ellos la venta de activos públicos, como el caso de ERT, dejaron en condiciones prácticamente de calle a miles de ciudadanos griegos.
Aunado a ello, la congelación de los salarios, los recortes en las pensiones, la subida de impuestos, la reducción de sueldos a funcionarios y la disminución en el pago de horas extras a trabajadores privados, coadyuvaron en la generación de un auténtico genocidio económico en Grecia. El descontento generado por estas medidas se proyectó en las preferencias político-electorales de la sociedad helena, favoreciendo a las fuerzas políticas que han mostrado descontento y oposición a las medidas de austeridad. En síntesis, la izquierda se vio electoralmente beneficiada. Con su victoria, Syriza se presentó como la opción política viable para transformar las relaciones de Grecia con sus acreedores.
La propuesta reactiva de la izquierda griega ante el caos económico se perfiló como la única forma de cambiar el rumbo de la política social y económica, y con ello generar un impacto favorable en el pueblo. Con el nombramiento de Tsipras como Primer Ministro helénico, se generó una gran expectativa en torno a los cambios político-económicos en Grecia, lo cual sería una catapulta para las ideas y plataformas de izquierda en el resto de Europa. Al parecer, nos encontrábamos en los albores de un proceso distinto tanto de politización, como de subjetivación política en distintos niveles, que le haría frente a los programas económicos neoliberales.
El día de hoy, martes 30 de junio, el gobierno griego ha incumplido el plazo para efectuar el pago de cerca de US$ 1700 millones a sus acreedores[1], no sin antes haber propuesto una restauración paralela de la deuda, la cual, dicho sea de paso, contiene medidas fuertemente antipopulares. Al parecer, las presiones de la Troika, -las cuales, por cierto, han logrado modificar de forma importante la plataforma electoral de Syriza- no han sido suficientes para doblegar la voluntad del pueblo griego que, indiscutiblemente, votó contra las políticas de austeridad en las elecciones pasadas. El FMI ya comienza a hablar de una “Grecia en mora” con respecto a sus “responsabilidades de deuda”.
Ante el referéndum consultivo llevado a cabo por el gobierno griego, se ha despertado nuevamente un debate. Las fuerzas afines a las políticas de austeridad no han cesado de mencionar las implicaciones negativas que tendría consigo el rechazo del pueblo griego a las medidas genocidas de la Troika. Existe un ambiente de incertidumbre en torno al rumbo que puede llevar la relación entre Grecia y sus acreedores, y las implicaciones que esto traería tanto para el país heleno, como para la Eurozona.
A pesar de que el gobierno griego ha limitado paulatinamente el alcance de su política reformista debido a la falta de voluntad política de los acreedores, mantiene un fuerte respaldo popular. Sin embargo éste puede diluirse conforme no se presente un escenario favorable a los bolsillos y a la integridad de millones de griegos que se encuentran hartos de ser quienes carguen con la deuda de unos cuantos. La moneda está en el aire.
Es importante comprender la atención que merece la actual situación política griega. Principalmente, en lo que concierne a la conformación ideológica europea, la crisis de la deuda se presenta como un escenario ambiguo para el reformismo contemporáneo. Por un lado, es una gran oportunidad para demostrar el alcance que un gobierno de izquierdas puede tener en materia de transformación de una política económica injusta, hacia la construcción de una sociedad más equitativa económicamente; aunado a ello, Syriza se presenta también como la alternativa de organización política, al pugnar por un modelo mucho más deliberativo en la construcción de su democracia formal. Sin embargo, esto también puede traer resultados poco favorables a la izquierda griega. El fracaso en la materialización de su plataforma política sería un significante de la no-existencia de alternativas al desastre que ha vivido el pueblo por varios años.
Los efectos que lo ocurrido en Grecia puede tener, definitivamente trascienden el marco nacional. La revitalización que ha tenido la izquierda en Europa puede sufrir consecuencias tanto benéficas, como perjudiciales. La herencia del Eurocomunismo tiene un gran reto sintetizado en el conflicto. Y tanto Grecia como España, son los espacios más representativos de ello.
Si bien es necesario llevar a cabo una reflexión en torno a cuáles proyecciones políticas pueden generarse con nuestro tema, es también necesario recapitular los procesos que nos han llevado a la actual circunstancia.
El origen de la crisis griega y la hegemonía alemana en la Zona Euro.
“La salida de la crisis está bloqueada por la falta de lucidez y de voluntad política”
P.Krugman-2012
A pesar de la gran relevancia en materia de política económica de nuestro tema, son pocos los trabajos que hacen referencia al posible origen de la crisis en Grecia, a la caída de su PIB, de su ingreso per cápita, y del sustancial incremento de su duda pública y privada en los últimos 10 años.
El 13 de Enero de este año, Alex Tsipras dirigió una carta a los ciudadanos alemanes, donde hizo referencia a algunos problemas que probablemente originaron la crisis en Grecia, entre los cuales resalta la discusión del trato que se le dio al asunto de la deuda como un problema de falta de liquidez y no de insolvencia, como precisamente se trata. Si tomamos en cuenta el contenido político de ambas concepciones del problema de la deuda, entenderemos hacia dónde se dirigen las soluciones propuestas, y quiénes resultan beneficiados.
Mencionamos Insolvencia, porque, en nuestra opinión, ese es el origen del incremento de la deuda griega tanto pública como privada y de su actual crisis económica. Es decir, el problema no es que a los griegos les falte liquidez para enfrentar sus obligaciones en el corto plazo, el problema se origina en la falta de la capacidad de incrementar el producto y por tanto del ingreso que derive en una mayor capacidad para enfrentar la deuda.
El crecimiento de la deuda privada es mucho más rápido que el crecimiento de la deuda del sector público, lo que incrementa la fuerza del argumento de que el origen de la crisis en Grecia y en la mayoría de los países de la Zona Euro, proviene de la falta de insolvencia y no de falta de liquidez.
Gráfica 1.
¿Por qué los griegos son insolventes?
El Tratado de Maastricht (Tratado de la Unión Europea), firmado en 1992, representa el inicio de la conformación de la Zona Euro, que tenía entre sus objetivos, la creación de una moneda común para todos los países de la Unión Europea que recibiría el nombre de Euro y que sería adoptada legalmente el 1° de noviembre de 1999, y, en su segunda fase, la coordinación de los objetivos de los países miembros, fijados cuantitativamente y conocidos como “Criterios de Convergencia” los cuales se referían a la reducción de la inflación, de los tipos de interés, de las fluctuaciones del cambio entre las monedas europeas, y de control del déficit y la deuda pública.
Sin embargo, países como Grecia, con un nivel de competitividad menor, con un mercado interno débil en comparación con los demás países desarrollados de la Zona Euro, y con una moneda (Dracma) que no podía adaptarse a las condiciones requeridas por el Euro, terminaron siendo los grandes perdedores de la Unión Europea.
La pérdida del control sobre su moneda, y en consecuencia, de la capacidad de devaluarla para hacer más competitivas sus mercancías en el extranjero, es uno de los principales ingredientes de la caída de su producto y por tanto; de la capacidad de hacer frente a sus obligaciones con el exterior.
El control del déficit público, representa –como se demostrará más adelante- el principal obstáculo en la formación de un mercado interno sólido que coadyuve a reducir el monto de la deuda, ya que no permite un gasto público deficitario que aplicado de forma congruente; produzca un efecto multiplicador en la economía que dispare el producto, el ingreso per cápita y disminuya los problemas de insolvencia.
Es Alemania, el principal defensor de las políticas de austeridad prevalecientes en la Zona Euro, el único ganador visible de la unión monetaria y por tanto, de la política cambiaría, siendo con ello el único país con un superávit en sus cuentas producto de su mayor competitividad. Además, es el principal país acreedor en la Zona Euro afianzando con ello su poder económico y político.
Si las políticas de austeridad que apoya Alemania para controlar la inflación y otras variables, no son modificadas en pro de favorecer el crecimiento de Grecia y de los demás países menos favorecidos de la Zona Euro, la posibilidad de lograr una estructura interna que lleve a un crecimiento sostenido y a un mayor ingreso para hacer frente a sus obligaciones en el mediano y largo plazo será una tarea poco menos que imposible.
¿Qué sigue para Grecia?
El escenario actual es objeto de gran debate, pero el porvenir griego, lo es aún más. Las condiciones que se le han impuesto a Grecia por parte de sus acreedores para seguirle extendiendo ayuda financiera, son simplemente indignantes, a decir de Stiglitz. La moratoria de pago, en la cual se encuentra Grecia en este momento, representa un escenario posiblemente favorable para las organizaciones más comprometidas con la causa de la izquierda en Grecia. El rechazo de sectores de Syriza a las limitaciones graduales que Tsipras ha generado con respecto a su plataforma electoral, ha logrado un eco importante en el pueblo griego y en las organizaciones de la clase trabajadora; sin embargo, aún no podemos hablar de un gobierno lo suficientemente fuerte como para no pagarle a sus acreedores. Fuerzas políticas internas, como el PASOK, se han mostrado a favor de las exigencias de la Troika, y ello puede representar un grave problema en asuntos de gobernabilidad para la izquierda griega, a pesar de tener mayoría de coalición en el Congreso.
No obstante la moratoria de pago, el status de acreedor prioritario del FMI tiene un peso muy importante. Grecia debe pagar en primera instancia al FMI, y posteriormente terminar sus deudas con el sector privado. Lo anterior genera una presión mucho mayor por parte del organo crediticio internacional al gobierno de Tsipras
El referéndum llevado a cabo por el gobierno griego puede ser un punto generador de consenso, aun considerando que la propuesta de Atenas para renegociar la deuda contempla medidas antipopulares. Definitivamente, la lucha del pueblo griego debe mantenerse firme para poder lograr que se mantengan en la agenda de gobierno las propuestas con las cuales fueron votados, y eso es una lucha tanto parlamentaria, como al interior del partido (Syriza) y los sindicatos y organizaciones del trabajo.
Al parecer, la permanencia de Grecia en la Unión Europea es cuestión de meses, ya que el acuerdo con los acreedores es vital. Sin embargo, mantenerse en una Unión con condiciones tan desventajosas, definitivamente no es lo óptimo. El apoyo internacional que se le brinde a Grecia será crucial para lograr un desenlace diferente al constante sufrimiento del pueblo.
[1]“Grecia incumple pago al Fondo Monetario Internacional”, Disponible en la web en:
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/06/150630_economia_grecia_no_pago_ojo_no_publicar_fmi