A bote pronto

Por: Ernesto Funesto Mondragón

Hoy es un día histórico para México. Este 13 de junio, en Moscú, durante el congreso de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) se acordó realizar la Copa Mundial de Futbol de 2026 en Canadá, Estados Unidos y México.

Será, sin duda, un evento parteaguas: la primera vez que competirán 48 selecciones nacionales en la fase final, y primera vez que el certamen será organizado por 3 países.

Sin embargo, como muchos sabemos, el balompié profesional está lejos de ser un (simple) deporte y es, principalmente, una extensión de la política y, sobre todo, un gran negocio.

Por lo que, es necesario reflexionar sobre las consecuencias políticas, económicas y sociales que dicha decisión traerá para la realidad mexicana. El tiempo irá vertiendo luz sobre algunas de estas consideraciones, pero así, a bote pronto, estas son los cinco temas que serán gravemente afectados por los hechos ocurridos hoy en Moscú.

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Victor Montagliani, presidente de la CONCACAF; Decio de María, presidente de la FEMEXFUT; Carlos Cordeiro, presidente de la USSF; Steve Reed, presidente de la CSA; Gianni Infantino, presidente de la FIFA. | Fotografía: AFP.
  1. Seguridad

Primero que nada el estado mexicano, como coanfitrión, tendrá que garantizar condiciones mínimas de seguridad pública para turistas, aficionados y participantes. Lo que implicaría una eventual “pacificación” del país al costo que sea, de aquí a ocho años. Dada la paranoia (a veces justificada, a veces no) del terrorismo fundamentalista, un ataque de este tipo es una de las principales amenazas, teniendo como antecedente los hechos ocurridos durante los Juegos Olímpicos de 1972 en Munich.

Tales condiciones de seguridad implican que el país debe ser pacificado. Transformar la actual realidad, donde tenemos varias de las urbes más peligrosas del orbe, y la tasa más alta de periodistas asesinados en el hemisferio (por citar algunos indicadores), a un destino que garantice la celebración de un evento mundial no será tarea fácil que se construya de la noche a la mañana.

Por tanto, la mayor responsabilidad recaerá en quien detente el poder ejecutivo federal durante el sexenio 2018-2024. Si de por sí, el proceso electorero en curso ha adquirido tintes peliagudos, esta nueva circunstancia añade tintes bastantes sombríos para el futuro inmediato de nuestro país.

  1. La pacificación

Esta “pacificación” necesaria para limpiarle el rostro a México puede adquirir dos matices: puede tomar la vía de la mano dura, como sucedió en Brasil, donde los gobiernos de Lula-Rouseff reprimieron sistemáticamente a los opositores de la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Como experiencia propia ya vimos de lo que es capaz el estado mexicano para garantizar la “paz social” ante un evento internacional. Hoy, que estamos ante el 50 aniversario del Movimiento Popular-Estudiantil de 1968, que terminó con la Masacre de Tlatelolco del 2 de octubre de aquel año, es preciso tener en cuenta que dicho nivel de represión puede repetirse.

La indolencia no es cosa nueva para el estado mexicano. Recordemos que en 1982 Colombia declina la realización de la Copa Mundial de 1986. En 1983 México es electo como sede sustituta. Pese a la devastación provocada durante el terremoto del 19 de septiembre de 1985, y pese a que el país (fundamentalmente la Ciudad de México) aún se encontraba en reconstrucción, no se declinó la organización, ni se escatimaron recursos económicos para tal efecto.

Dado este contexto ¿sería algo “sorprendente” que el estado mexicano destine miles de millones de dólares a la construcción y mejoramiento de infraestructura para albergar dicho evento? No sólo eso ¿sería impensable que se recurra a la mano dura contra los opositores (que seguramente no serán pocos) a dicho despilfarro? La experiencia indica que es una probabilidad muy alta y hay que tenerla en consideración.

La demanda que generaría un evento de este tipo será el pretexto perfecto para determinar la “urgencia” de la construcción del NAICM.

  1. Una tregua negociada

La otra vía para acabar con la ola de violencia es una negociación directa con los grupos criminales. Negociar una tregua. Lo interesante será ver cómo se logra pactar con la infinidad de grupos criminales que pululan por el país, y el precio que cada organización delictiva le ponga a un eventual alto al fuego.

Cabe señalar que ambas vías no son mutuamente excluyentes, sino que pueden darse de manera simultánea y conjugarse. En una de esas incluso podríamos ser testigos de la utilización de alguno de estas organizaciones delictivas como grupos de choque o paramilitares en contra de las organizaciones sociales opositoras.

  1. Acabar con la “lista negra”

La construcción de estas garantías de seguridad afectarán principalmente a la “lista negra” de opositores al estado mexicano, en particular a los pueblos indígenas y campesinos que se oponen a megaproyectos en sus comunidades.

  1. Consolidación del Nuevo Aeropuerto

La designación de México como sede conjunta cae de perlas a la actual administración federal, pues da el pretexto perfecto para consolidar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Se dirá que ante la demanda de millones de viajeros, será “indispensable e impostergable” una obra como esta.

Faltan ocho largos años para 2026. Sin embargo, durante este lapso, el estado mexicano tendrá que trabajar muy duro para garantizar las condiciones de logística y seguridad que la FIFA le exigirá. Esto coloca a México en una nueva correlación de fuerzas con Estados Unidos. ¿Seguirá la política binacional con Estados Unidos en la misma tónica ríspida que ha tenido hasta ahora? ¿Seremos testigos de un escenario esquizofrénico en el que, por un lado, se da una guerra de aranceles, construcción de muros, deportaciones masivas, y por el otro, se hable de socios comerciales, de “hermanos” construyendo en conjunto un evento de clase mundial?

En 8 años todo puede pasar. La primera cita la tendremos el 1° de julio. Ese día empezarán a definirse muchas cosas. Tal parece que la actual elección federal no se decidirá en las urnas, ni en las oficinas de Washington D.C. Parece que ya se decidió en Zúrich, Suiza, y se hizo pública hoy en Moscú.

Parafraseando al héroe del 2 de abril, al alzado de Tuxtepec: “pobre México: tan lejos de Dios y tan cerca del futbol.”

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