Ayotzinapa ¿qué hacer? Breve reflexión sociológica*

Por: Carlos Alberto Martínez Islas

Las políticas neoliberales en el campo de la educación han tenido un impacto fuerte en la mentalidad de gran parte de las nuevas generaciones de estudiantes universitarios. El individualismo, la competencia, el conformismo, la pasividad frente a los problemas sociales, han sido elementos observados en nuestra práctica docente.

Podemos entender al individualismo con las siguientes características: “reducción de la vida social a la familia, desinterés en asuntos públicos, libertad como valor supremo y abstracto, la superación individual como única meta de la vida, relegación de la igualdad y conformidad”.

Se adquiere en la mayoría de los salones de clases la concepción ahistórica** y simplista del Estado: Territorio, Gobierno y Población, como verdad absoluta e incuestionable dejando de lado la conformación de la sociedad en clases sociales donde una domina sobre la otra con intereses antagónicos en una larga lucha histórica.

La corriente positivista-funcionalista de la realidad ha contribuido en justificar y mantener el orden social imperante. Como señala Anton de Shutter “la filosofía del positivismo induce al mantenimiento del status y la monopolización del conocimiento por parte de una élite intelectual, mayormente al servicio de la clase dominante […] (Investigación participativa: una opción metodológica para la educación de adultos, p. 85).

Desde un análisis crítico podemos afirmar que en una sociedad dividida en clases sociales, el Estado es el encargado de mantener la desigualdad social que genera pobreza, desempleo, inseguridad, impunidad, corrupción, etcétera. El objetivo es mantener a la clase trabajadora en una situación de pasividad y conformismo para evitar la transformación de su realidad, con la complicidad de los medios dominantes de comunicación.

Bajo esta lógica podemos entender que las masacres en Iguala, Tlatlaya y, recientemente la de Apatzingán, así como la represiones policiacas en distintas partes del país son la expresión del poder del Estado contra la protesta social para apaciguar o eliminar todo tipo de organización social que exija mejores condiciones de vida y de trabajo, así como justicia contra los abusos de la autoridad.

Concebir únicamente que sea un problema de gobierno sería sólo “ver lo aparente”. Sin embargo, de acuerdo con un análisis crítico se dejaría de lado la responsabilidad del Estado mexicano y su función: resguardar los intereses de la clase dominante.

Dejan de lado el abuso de poder y las desapariciones forzadas que todos los gobiernos mexicanos y el más extremo, el del presidente Peña Nieto ha perpetuado y permitido a través de las fuerzas estatales. Por medio de las desapariciones, secuestros, asesinatos de líderes y grupos inconformes, el Estado mantiene un orden social caracterizado por el autoritarismo, el cual únicamente sirve a los grupos que tienen el poder económico y político del país.

¿Qué hacer? Es necesario responder que no existen recetas o pasos a seguir para transformar nuestra realidad, pero estas actividades “extraacadémicas”*** nos permiten reflexionar sobre la función práctica de nuestras ciencias sociales: POR UN LADO TENEMOS LA OPCIÓN DE MANTENER el orden social manifestado en el elitismo académico e intelectual, la escasa perspectiva histórica, el individualismo, etcétera.

PERO, POR EL OTRO LADO, QUIENES SOMOS CONSECUENTES CON NUESTRO DEVENIR HISTÓRICO consideramos que es necesario la organización, iniciar y/o continuar colectivamente procesos de transformación social que permitan superar los problemas que las clases explotadas y pobres enfrentan.

Al respecto me parece de suma importancia recordar aquel discurso pronunciado por el presidente chileno Salvador Allende, el 2 de diciembre de 1972, en la Universidad de Guadalajara. Aquí solo rescato algunas partes:

Para que termine esta realidad brutal –expresó el presidente Allende– se requiere un profesional comprometido por el cambio social […] La obligación del que estudió aquí es no olvidar que esta es una Universidad del Estado, que lo pagan los contribuyentes que en la inmensa mayoría de ellos son los trabajadores. Por eso, ser joven en esta época implica una gran responsabilidad. Porque ser joven y no ser  revolucionario es una contradicción hasta biológica.  

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* Discurso pronunciado el 28 de abril de 2015 en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM  por la “5° clase por Ayotzinapa”.

** En Sociología el término ahistórico hace referencia al método de análisis o pensamiento que no tiene suficientemente en cuenta la influencia del contexto histórico (Asociación de Academias de la Lengua Español (2014). «ahistórico», en Real Academia Española: Diccionario de la lengua española, vigésima tercera edición, Madrid: Espasa Calpe. Consultado el día 21 de abril de 2015.)

*** Me refiero a las “Clases abiertas por Ayotzinapa”.

2 Comments Add yours

  1. jongsketoch dice:

    Gran texto y gran reflejo de mi visión.
    desde Bélgica, va un saludo solidario.

    1. Muchas gracias por tu comentario. El equipo de Políticas Media, desde México, te envía un cordial y fraterno saludo.

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