El papel del Estado como actor represor. Pasado y presente.

Por: Patricia Olivares.

Ciudad de México, 4 de marzo de 2015.

El papel del Estado como actor represor. Pasado y presente” fue la primera mesa del ciclo de conversatorios: “La violencia en México. Desapariciones forzadas y represión”, que organizó la comunidad estudiantil del Instituto Mora. En la cual participaron: el Mtro. Gustavo Ogarrio Badillo (UNAM), el Mtro. Alejandro Pedraza Ramos (UNAM), Francisco Cerezo (Comité Cerezo) y moderó Víctor Ángel Flores González (doctorante en Historia).

Fotografía: Mónica Olivares | El papel del Estado como actor represor. Pasado y presente.
Fotografía: Paty Olivares | El papel del Estado como actor represor. Pasado y presente.

En la intervención “Perspectiva histórica desde América Latina” del Mtro. Gustavo Ogarrio de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, se enfocó en dar un marco histórico de las luchas en nuestro país y su relación con el continente americano. Así como su reflexión con el caso de Ayotzinapa, con los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, Guerrero.

“El Estado está infiltrado, qué quiere decir, que la clase política dominante que ejerce y organiza la hegemonía, también reprime y tiene el control político de las instituciones”. Ante ello se cuestionó: “¿qué es lo que ha pasado con el Estado?, yo creo que ha sido colonizado y atravesado, además de estar articulado al crimen organizado”.

Otra de las preguntas que se reflexionó constantemente fue: ¿Por qué detona tanta indignación el caso de Ayotzinapa?, “No hay equivalencias entre masacres, toda masacre tiene su propia deshumanización particular que la hace incomparable”. Pero ¿por qué ésta y no anteriores?, porque desataron la indignación, se tomó la “foto infraganti de lo que ya suponíamos, pues ahora sí fue directamente una figura del Estado”, expresó el maestro.

Por otra parte, comenta que el Estado está en crisis, viéndolo desde el modelo anterior, “donde había represión, desaparición selectiva y menos aleatoria; pero el comportamiento del Estado benefactor era otro: autoritario -pues es el que llevó a cabo la masacre en Tlatelolco- pero todavía con una idea de una clase política autónoma, que tenía el control. Así, el mismo Azcárraga decía: Yo soy un soldado del PRI”.

Por ello, está en crisis la noción social del Estado. Pero, si se piensa desde el crecimiento de las fuerzas policíacas, legales e ilegales, “obviamente estamos viendo un Estado, que despliega una fuerza que no está para nada en crisis”, puntualizó Gustavo.

“La teoría siempre implica la pregunta del qué hacer, yo no veo la teoría como algo que se piense solamente de manera analítica, todo planteamiento teórico implica una acción. A partir de esa idea de Estado es como uno se mueve como ciudadano, como académico”. Para lo que recomendó un texto de Lenin, que aborda la pregunta de la relación intrínseca en la simbiosis entre teoría y acción política.

Por definición clásica, el maestro menciona que el Estado se compone de tres elementos: sociedad, gobierno y territorio. “En esa definición nosotros también somos parte de él […] nos han hecho creer que no, claro, nos dejan fuera de toda la representación”.

Finalmente dijo que hay un problema en México a diferencia de los demás países latinoamericanos, ya que la transición de regímenes militares a gobiernos civiles, implicaba que “casi se fuera toda la clase política militar y eso fue de alguna manera, una ventaja para rehacer el poder civil; aquí no se fueron nunca. La clase del viejo Estado benefactor no se fue y logró unificar ideológicamente a otros actores políticos” como los partidos políticos con el Pacto por México.

Fotografía: Mónica Olivares | El papel del Estado como actor represor. Pasado y presente.
Fotografía: Mónica Olivares | El papel del Estado como actor represor. Pasado y presente.

El Mtro. Alejandro Pedraza de la Facultad de Filosofía y Letras y de Derecho de la UNAM, con su tema “Represión de la protesta social en México“, ahondó en los temas de la criminalización de la protesta social, las violaciones a derechos humanos, las manifestaciones y movimientos sociales, así como el actual marco legal del derecho mexicano.

“Discursivamente sabemos que el sujeto es el que tiene los derechos humanos, quien los vulnera por definición es el gobierno, las autoridades.” Sin embargo, ahora vemos que se intenta ver diferente, tal es el caso del Plantón de la CNTE, “en el que una comitiva del PAN hace una denuncia, contra los ciudadanos que están impidiendo el libre tránsito […] si los derechos humanos eran un instrumento de los ciudadanos frente al gobierno”, ahora es lo contrario.

“Eso es a lo que se le puede identificar como el uso hegemónico del derecho, mediante el discurso de los derechos humanos”. Así dentro del marco de la “ley bala” de Puebla: Ley para proteger los derechos humanos y que regula el uso legítimo de la fuerza, “hay una relación de oposición, por un lado manifestantes y por el otro, los policías, quienes tienen derecho para usar legítimamente la fuerza frente a los ciudadanos.

En este mismo tópico, la ley en la Ciudad de México establece que, “al disolver una manifestación, la cual pudiera convertirse en violenta, protege a la ciudadanía, incluso a los mismos manifestantes”. Así, “el manifestante que está ejerciendo su derecho, en realidad no se da cuenta, que también está violentando su derecho […] A mí lo que me preocupa es que el gobierno lo sabe perfectamente y los manifestantes no lo sabemos, les compramos el discurso”, comentó Alejandro.

En nuestro país se establece el uso legítimo de la fuerza y se justifican las estrategias de violaciones a derechos humanos. Sin embargo, “el Estado se dio cuenta que tenía que innovar en esta violencia sistemática”,  tal es el caso del 1° de diciembre “cuando se detiene aleatoriamente sin razón, a personas que estaban manifestándose. Se rompe con la lógica de ir contra luchadores sociales, para desmovilizarlos imponiendo una nueva estrategia -que por cierto no es tan nueva,  está contenida en los manuales de guerra de baja intensidad- que es la de crear conflicto social”. Es decir, “la violencia que era sistemática contra movimientos sociales se vuelva ilógica e irracional y eso la hace inasimilable”.

Por otra parte, la manera en la que se debe de ver a los movimientos sociales es “haciendo la diferenciación entre movimientos civiles -los que apelan a la legalidad y a que se respete el derecho en los términos en que están- y movimientos sociales -son más políticos en la medida en que buscan un cambio de las cosas, no sólo que se respete el derecho y se aplique la ley, sino que se ajuste y cambie-“, explicó el maestro.

“Los movimientos que realmente han triunfado son los que unen y suman fuerzas en vez de restarlas”. Los chilenos decían: “la capucha nos une en la lucha” y el Subcomandante Marcos del EZLN dijo: “llevamos cubierto el rostro porque enseñamos el corazón”. Por ello, “hay que identificar las estrategias, no estoy diciendo que nos volvamos ilegales, pero el gobierno siempre está un paso adelante, y siempre están buscando las cuestiones con las cuales no nos queremos identificar.” Y finalizó Alejandro Pedraza lanzando una pregunta: “¿Queremos ser qué, para ser un motor de cambio?”

Fotografía: Mónica Olivares | El papel del Estado como actor represor. Pasado y presente.
Fotografía: Mónica Olivares | El papel del Estado como actor represor. Pasado y presente.

Por su parte, Francisco Cerezo, miembro del Comité Cerezo México, habló sobre “Presos políticos y detenciones arbitrarias“, quien comenzó por expresar que como organización, primero iban de la práctica a lo abstracto, pues no sólo se enfocan a contar el número de personas que son detenidas en México por motivos políticos, sino que también explican el por qué de este suceso.

Se dice que una persona es detenida de manera arbitraria, “cuando es imposible invocar un fundamento jurídico que justifique una detención, claro el Estado modifica sus leyes para justificarla”. Además enfatizó que sólo podría hablar de las detenciones por motivos políticos “porque si se hablara de detenciones arbitrarias en general, no hay ninguna organización en el mundo que pueda documentar esa cifra. Pasa lo mismo con las desapariciones forzadas, calculamos que hay como 50 mil, pero no hay cifra”.

En nuestro país se documentaron en el 2010, 63 personas detenidas arbitrariamente por motivos políticos y en el 2013 hubo 427; mientras que ejecuciones extrajudicial en 2008 fueron 6 y en el año 2013 hubo 20. “Hay más seguramente, pero al no documentar tenemos una pérdida de ese registro […] y en el Distrito Federal es donde más detenciones arbitrarias ha habido en los últimos 6 años”.

¿A qué se debe esta situación?, preguntó Francisco. “No todos son presos políticos como usualmente se les conoce, sino que hay diferentes categorías, es decir, hay presos políticos -son aquellos que utilizan un método violento para transformar la sociedad, en México serían aquellos que pertenecen o son miembros de grupos insurgentes. Ahorita de la lista que hay de presos políticos no hay ninguno-, presos de conciencia -quienes por su manera de pesar, por la forma en la que se expresan y que no utilizan la violencia son detenidos- e injustamente presos asociados a motivos políticos -por ejemplo, en las últimas manifestaciones de la Ciudad de México, hubo mucha gente detenida que ni siquiera participaba en la marcha-“.

También desde los Derechos Humanos hay una definición de violencia “y es sólo cuando un grupo organizado le declara la guerra al Estado, eso es violencia […] Digo para que no discutan, que si echar una piedra redonda o una picuda es más violento que echar una que rebote, porque también hay personas que avientan bolas de papel y no es violencia, aunque parezca violento”, comentario que hizo soltar algunas risas del público presente.

El encarcelamiento por motivos políticos en México obedece también a diferentes estrategias: 1) la estrategia de control social generalizada; 2) la estrategia de represión política, que es más focalizada; y 3) la estrategia contra insurgente. Las cuales el Estado combina dependiendo la movilización y el territorio. “Por ejemplo en Guerrero se aplican las tres, con el motivo de bajar la intensidad del descontento social”.

¿Por qué en el caso de Ayotzinapa hay una emergencia tan grande, si ha habido otros casos más terribles?, cuestionó Francisco y respondió: “Nosotros creemos, uno porque eran estudiantes -por la empatía con sus semejantes-, dos porque eran parte de un movimiento organizado -y en este caso fue directamente contra el movimiento social organizado- y es ahí cuando sabemos que los del movimiento social somos los que seguimos”.

En cuanto a las formas de violación de derechos humanos en el caso de Ayotzinapa, comentó: “se ve claramente; primero por omisión, al ser llevado a cabo por una orden, pues “aunque digan que eran narcos vestidos de policías municipales, lo importante recae en que eran miembros del Estado”. Y luego por aquiescencia, en donde personas civiles comenten las violaciones a derechos humanos, es decir, “el grupo Guerrero Unidos cuando nació era una organización que protegía al ejército mexicano de los narcotraficantes y ese mismo hecho los convierte en un grupo paramilitar. Esa es una estrategia más del Estado que se llama paramilitarismo, la mano siniestra, quien hace el trabajo sucio del Estado y la mano diestra es la ley, quien te pega y justifica. Así cualquiera puede decir que fue el narcotráfico”.

Finalmente expresó Cerezo que: “La detención arbitraria es parte de uno de los mecanismos, que utiliza el Estado para imponer de manera económica o profundizar la política neoliberal en México. Cuando existen estos fenómenos, no es que el Estado esté en crisis, es porque hay una crisis económica, que hace que el Estado tenga como respuesta, la eliminación física de todos aquellos que les estorban y puede hacerlo a manera de ejecutarlos, desaparecerlos, torturarlos; pero también lo hace a través de diferentes mecanismos, como es no dar chamba y que te mueras de hambre ¿no?, es más efectivo”.

Fotografía: Mónica Olivares | El papel del Estado como actor represor. Pasado y presente.
Fotografía: Paty Olivares | El papel del Estado como actor represor. Pasado y presente.

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