Por: Polette Rivero Villaverde
Día penoso para la democracia en Brasil. ¿Qué pasa por ahí? Se trata de un golpe asentado desde el parlamento, conformado principalmente por la derecha brasileña que concentra a los grandes empresarios, a la burguesía terrateniente, a la Iglesia, a los medios de comunicación conservadores y algunas figuras que tienen un historial con las dictaduras y lazos estrechos con los Estados Unidos. El golpe ha sido dado por personajes como el presidente del Congreso, Eduardo Cunha, un funcionario del que ya se sabe, lava dinero en paraísos fiscales en Suiza y recién apareció de nuevo en los Panama Papers.
Esta clase no tolera que el progresismo haya incluido en su programa a las clases bajas y medias, quieren todo, no están dispuestos a ceder absolutamente nada. El neoliberalismo los privilegió hasta hacer de Brasil el país con la mayor brecha entre ricos y pobres ¡del mundo!
El progresismo no es un proyecto anticapitalista, no tocó la propiedad privada, pero el resultado de esa época donde los sectores extractivos dejaron altas ganancias por el precio de los alimentos, minerales y petróleo, incrementó las finanzas públicas, dinero que se usó en parte para pagar deudas con los organismos internacionales y ganar autonomía, en parte para financiar programas sociales (salud, educación, vivienda, etc.) y hay que decirlo, también para seguir beneficiando a los ricos.
Es cierto que como la misma Dilma Rousseff reconoce, hubo errores en su gobierno, pero en las investigaciones no pudieron demostrar robo ni corrupción. Sí, hay que señalar los errores, pero no hay que hacernos, el juicio político al que se le someterá tiene que ver con la lucha de esa clase enriquecida que, como en Argentina, quiere regresar al estado anterior y continuar privilegiando exclusivamente al gran capital.
En el camino la democracia está siendo violentada tras una campaña mediática, que afirma que el estancamiento de las ganancias tiene que ver con la corrupción y no con lo que pasa con la crisis mundial.
¿Quiénes están en las calles apoyando el golpe? Una clase media que se benefició en los años de bonanza de las políticas sociales de Lula y Rousseff, pero que hoy cree que puede bajar en la escala social y aspira a mantener su modelo de vida basado en el consumismo. También se encuentran aquí algunos partidos de ultra izquierda que más allá de la crítica necesaria y útil, ha aplaudido la forma antidemocrática en que se lleva el proceso contra Rousseff (lástima)!!
Entre tanto, sindicatos de trabajadores, campesinos, estudiantes y diversos sectores populares siguen luchando por la defensa de la democracia, saben que hay mucho trabajo por delante, pero sobre todo que empieza desde abajo; la memoria histórica de estos grupos los mantiene atentos y dispuestos a luchar por la democracia, pues el costo de dejar que estas clases queden en el poder, puede traer de regreso un régimen fascista, constituido por esta clase de derecha que es la que tiene hoy la mayor fuerza y los recursos legales e ilegales para tomar el poder.
Si el tiempo del progresismo llegó a su fin, el tiempo de los movimientos sociales debe estar más vivo que nunca.
¡Viva la democracia en Brasil y en América Latina! ¡No al golpe!