Por Manuel Aguilar Mora[1].
Encuestas tras encuestas vienen señalando desde hace meses las preferencias de una mayoría de mexicanos por la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). A seis semanas de que según el barroquismo del INE (Instituto Nacional Electoral) se inicien formalmente las campañas de los candidatos presidenciales esa posición de favorito se mantiene como lo demuestra la encuesta publicada hace una semana por el diario Reforma, en donde se señala que AMLO aventaja por diez puntos a Ricardo Anaya el candidato del frente conformado por el PAN (Partido de Acción Nacional) y el PRD (Partido de la Revolución Democrática) que ocupa el segundo lugar y quien a su vez aventaja a José Antonio Meade, “el candidato priísta que no es priísta” como irónicamente se le conoce, por más de 14 puntos colocado muy abajo en el tercer lugar.
La subida de AMLO en las preferencias de los posibles votantes viene experimentando un impresionante ascenso que abarca hasta el norte del país, hasta 2012 considerado tradicionalmente un bastión del panismo. Tanto en las elecciones presidenciales de 2006 como en las de 2012, AMLO quedó en un lejano tercer lugar en el estado de Nuevo León sede del poderoso grupo financiero de la ciudad de Monterrey. En ambos casos los candidatos del PAN, Calderón en 2006 y Vázquez Mota en 2012 lo aventajaron con mucho. Las señales para el 1° de julio señalan una situación muy diferente: ahora es AMLO quien aventaja con mucho a Meade y a Anaya quienes lo siguen en ese orden en una encuesta realizada en noviembre pasado en la entidad. (Proceso, 18.02.2018). Aunque esta encuesta fue realizada con una muestra pequeña, sus resultados sorprendentes sí han sido considerados como posibles teniendo en cuenta el clima en que está terminando el infame sexenio de Peña Nieto.
El posicionamiento de la candidatura de AMLO como el favorito de los votantes ha sido una característica que no es nueva. Tanto en 2006 como en 2012 gozó de esa posición. En el primer caso fue en el cierre, al final de la campaña que Calderón, apoyado no sólo por su partido sino por corrientes priístas, le arrebató la victoria a AMLO por un margen pequeñísimo que de inmediato fue considerado como la consecuencia de una maniobra fraudulenta. En 2012 para lograr el triunfo de Peña Nieto la campaña priísta se desarrolló con tantos recursos que cuando éste logró encumbrarse con el primer lugar en las encuestas precisamente meses antes de la cita electoral AMLO no pudo ya alcanzarlo. Fue la operación de las tarjetas Soriana y de los acarreos y compra de votos descarada que llevó a Peña Nieto a la presidencia.
La situación ha cambiado radicalmente en 2018. Ahora es muy difícil que Anaya, quien se ha colocado como el competidor más fuerte de AMLO, alcance a éste. El derrumbe estrepitoso de Meade, el candidato priísta que no es priísta, que ha descendido a un lejano tercer lugar en todas las encuestas, es la consecuencia directa del desastroso gobierno de Peña Nieto. Con el castigo electoral al PRI se vislumbran rupturas en este partido ya anunciadas precisamente con la operación de haber elegido como candidato a un personaje que nunca fue priísta, elocuentísima señal de la impopularidad y caída en picada de este partido.
AMLO se beneficia de una situación en la que el hartazgo de treinta años de reformas y contrarreformas neoliberales han producido pobreza, inseguridad, violencia, estancamiento económico, un cierre de perspectivas de progreso y bienestar para la abrumadora mayoría de la población y en la cual aparecen como principales responsables los dos partidos PRI (Partido Revolucionario Institucional) y PAN (el PRIAN) a los que enfrenta el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) de AMLO. Consciente de la oportunidad enorme que se le presenta y dispuesto a ser considerado como el hombre adecuado para sortear la situación tan difícil que se ha producido después de tres décadas de gobiernos descaradamente al servicio de los grandes capitalistas, banqueros y financieros, nacionales y extranjeros, AMLO ha cambiado radicalmente su discurso para acercarse y ser considerado un estadista confiable en los altos círculos de las cumbres económicas en donde se encuentran muchas de las palancas decisivas del poder.
“El cambio de régimen”
El repunte indudable de AMLO lo perciben incluso muchos de sus antiguos y conspicuos enemigos. Por ejemplo el publicista político de la campaña de Calderón, forjador del epíteto “AMLO es un peligro para México” que tan útil fue para el PAN y la derecha en 2006, confiesa que la situación ha cambiado tanto que AMLO no es un peligro para México sino su salvación (¡?!). Consideran lo mismo muchos conspicuos personajes panistas y en menor medida priístas que así lo han declarado, algunos incluso uniéndose formalmente a Morena.
Prominentes sectores burgueses se acercan y apoyan su candidatura. En un reportaje sobre el particular se dice: “Durante años, en discursos y posicionamientos públicos, López Obrador identificó a la élite de magnates mexicanos como la “mafia del poder”. Pero en este, su tercer intento por conseguir la Presidencia –y quizás la mejor oportunidad que haya tenido- hay hombres de la cúpula económica en su equipo, o bien, parentela de los magnates”. (“Los ricos de López Obrador”, Proceso, 18.02.2018). Y a continuación se señalan los nombres de muchos de ellos: el magnate regiomontano Alfonso Romo, Miguel Torruco Marqués, Esteban Moctezuma Barragán, Marcos Fastlicht, Susana Harp Helú y sigue una lista de nombres, sin faltar la mención del hombre más rico de México, Carlos Slim, quien es cortejado indirectamente.
La percepción de que la carrera de AMLO por la Presidencia puede ser ya imparable se destila ya en muchos ámbitos. En los últimos días fueron notorias las declaraciones que reflejan las posturas de los altos jefes del Ejército y la Armada. Las declaraciones del secretario de la Marina, el almirante Francisco Vidal Soberón en el sentido de que las Fuerzas Armadas están preparadas para “un cambio de régimen” a partir del 1° de julio son la expresión manifiesta de que los militares se percatan de que los soldados de la tropa se inclinan por el voto por AMLO, a pesar de que las relaciones de éste con dichas jerarquías militares no son las mejores posibles. Dicho esto, tampoco hay que inferir que AMLO ha sido especialmente crítico, y mucho menos hostil, al Ejército, pero de todos modos los actuales jefes militares y navales saben que “un cambio de régimen” no es lo más favorable a sus intereses de casta.
También en el sector del magisterio, en donde reina el SNTE, el sindicato más grande del país (cerca de dos millones de afiliados), y que ha sido un factor fundamental en la victoria de presidentes, senadores y diputados, en especial del PRI pero también de otros partidos, los vientos favorables a AMLO soplan con fuerza. La defenestrada y encarcelada líder charra Elba Esther Gordillo, cuya fuerza sigue siendo considerable entre ciertos sectores de maestros, rebosando de resentimientos prepara su venganza contra el PRIAN y no ha dejado dudas sobre su apoyo al dirigente de Morena.
Estas contorsiones llegan a ser casi inverosímiles pero muy reales y operantes. Como la alianza que realizó hace unas semanas el caudillo AMLO con el Partido Encuentro Social (PES) notorio grupo derechista vinculado a sectores religiosos, tanto evangelistas como católicos y al que le pertenecerá la cuarta parte de los candidatos que postulará el frente “Juntos Haremos Historia”, nombre que lleva el bloque de Morena. El PES está ligado con el Frente Nacional por la Familia, una organización abiertamente vinculada a la Arquidiócesis de Jalisco, una de las más reaccionarias de la iglesia católica en México. Aunque obviamente ciertos sectores provenientes de la izquierda no están de acuerdo con estas maniobras obradoristas, su peso dentro del frente es muy escaso y quedan disminuidos ante el torrente de los más amplios sectores cuyo hartazgo ante el PRI, el PAN y el PRD lo determina casi todo.
Los grupos dominantes del sistema se encuentran favorecidos por el hecho de que los tres bloques electorales burgueses de la contienda de julio próximo son nutridos y responden a los principios de la democracia del dinero que representa el INE. En ese aspecto los tres son iguales. Pero el desgaste de los dos partidos directamente vinculados a la oligarquía, el PAN y el PRI, les plantea la cuestión de que el descontento popular pueda convertirse en desesperación y salirse de control. La aprobación de Ley de Seguridad Interior, cuya vigencia es cuestionada por muchos y sobre la cual todavía debe pronunciarse la Suprema Corte de Justicia, señala que se prevén situaciones que puedan desbordar los frágiles linderos que representa una democracia burguesa coja, tuerta y manca que será puesta a prueba el 1° de julio. El humus de la democracia del dinero que representan los tres bloques electorales es muy delgado como para pensar que en México ya se ha aclimatado un parlamentarismo a la europea, ni siquiera a la sudamericana. Las declaraciones de los jefes militares preparándose a enfrentar la posibilidad de un presidente surgido de un nuevo partido como lo es Morena, sin grandes vínculos con esos sectores oligárquicos hegemónicos y tradicionales, son la expresión también de esa incertidumbre. Incertidumbre, en efecto, es la palabra que define en gran medida la situación que prevalece hoy en los medios políticos oficiales.
Las alternativas
Los grupos más atrincherados en sus privilegios, acostumbrados a operar impunemente bajo las banderas de los dos partidos tradicionales hegemónicos de la oligarquía no están cruzados de brazos. ¿Cuáles son las alternativas posibles que pueden poner en pie para evitar la posible victoria de AMLO? Ya existen factores que nos pueden dar una apreciación del escenario que se desarrollará en las campañas que comenzarán formalmente en marzo. La alternativa que aparece con más posibilidades de representar un verdadero desafío al torrente pro AMLO está encabezada por el multimillonario Ricardo Anaya, el candidato de un frente del PAN con el PRD. La capacidad de este dirigente, ex presidente del PAN, quedó demostrada en su exitosa maniobra que significó forjar un frente con el PRD, logrando así cubrir al PAN con un maquillaje que esconde su naturaleza derechista tradicional. Por parte del PRD, su alianza con el PAN culmina la deriva derechista de muchos de los sectores “progresistas” que fundaron y apoyaron a este partido desde 1988: antiguos priístas, estalinistas, nacionalistas que han quedado en el camino o se han derechizado por completo. El frente constituido fundamentalmente por el PAN y el PRD, acompañados por el Movimiento Ciudadano, agrupa a los sectores neoliberales menos comprometidos con el curso desastroso de Peña Nieto, aunque fueron cómplices de éste al principio del sexenio. De hecho, y esta es una de sus debilidades, tanto el PAN como el PRD tuvieron que pagar con rupturas la conformación del frente. El PAN con la fuga hacia el PRI de un sector cercano al ex presidente Calderón, así como la salida de la esposa de éste para hacer su campaña como “independiente”. Por su parte el PRD también vio mermar sus filas con corrientes centrífugas que se dirigieron hacia Morena.
Como Anaya se ha colocado ya como el competidor más fuerte de AMLO, dejando a Meade en un tercer lugar muy abajo, la ofensiva contra él se ha desatado con el cinismo más crudo que caracteriza a los peñanietistas. Exponiendo los negocios inmobiliarios poco transparentes de Anaya, sacados a relucir por personajes vinculados al PRI, de inmediato la Procuraduría federal ha encontrado a uno de sus cómplices principales que se encontraba en Estados Unidos y amenaza con aplastar su campaña bajo una montaña de acusaciones y criminalizaciones. Es la misma Procuraduría que se ha tardado meses en localizar y arrestar a los pillos ex gobernadores rateros y asesinos priístas, por ejemplo, los de Veracruz y Quintana Roo, y que todavía no logra la extradición de Estados Unidos del archicriminal ex gobernador priísta de Chihuahua, César Duarte. No sólo eso. Precisamente en los días que se balconeaba el escándalo de la corrupción de Anaya surgió otro que involucra ahora directamente al “candidato priísta que no es priísta”. En efecto, la Auditoría de la federación anunció un faltante que asciende a varios miles de millones de pesos en las cuentas de la Secretaría de Desarrollo Social, durante el ejercicio en que la encabezaba la notoria corrupta funcionaria Rosario Robles, quien fue sustituida precisamente por José Antonio Meade en 2016. Éste ha declarado que “no sabía nada” y Peña Nieto confortó sin sonrojarse a su colaboradora diciéndole “que no se preocupara”. Por supuesto, ¿cómo se va a preocupar si el mismo Peña Nieto gasta diariamente casi 20 millones de pesos en los medios de comunicación para hacerse propaganda?
Así estamos ante lo que es la debacle del bloque formado por el PRI y sus aliados enanos, un hecho que marcará el futuro de este partido. Vinculado con los sectores gobernantes más corruptos e impunes, la herencia del peñismo es apabullante: ningún presidente anteriormente había llegado a su último año de gobierno con una carga tan pesada de impopularidad, odio y antipatía como la que hoy soporta Peña Nieto. Este legado lo hereda “el candidato priísta no priísta”, José Antonio Meade, legado del cual por más contorsiones que haga y seguirá haciendo no podrá desembarazarse.
Sólo una reacción provocadora colosal podría revertir la caída estrepitosa de Meade que se anuncia desde hoy ¿Será una opción considerada en el “cuarto de guerra” de Los Pinos para evitar la victoria de AMLO? Pero éste ha dicho muy claramente que no intenta culpabilizar a nadie y ya amnistió a Peña Nieto y sus cómplices más cercanos, cuyos crímenes ameritan ser puestos bajo una investigación exhaustiva para que sean castigados. Empezando con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, la estela de delitos cometidos en el sexenio que termina es muy larga y Peña Nieto sabe que puede ser motivo para su encarcelamiento. Este pulso entre el grupo hoy en el poder y la posible llegada de otro grupo con AMLO a la cabeza será decisivo para determinar el curso de los acontecimientos antes y después de las elecciones del 1° de julio. Es un pulso muy peligroso pero que la magnitud de los crímenes y la impunidad del actual gobierno hacen inevitable.
Las perspectivas
En 1939 Trotsky escribía en un editorial de Clave, la revista que publicó durante su estancia en México, las siguientes líneas refiriéndose a las elecciones presidenciales de 1940:
Algunos lectores nos preguntan cuál es la política de nuestra revista en la campaña presidencial. Contestamos: Nuestra revista no toma parte en la lucha de candidaturas. No a consecuencia, es claro, del prejuicio anarquista sobre la no participación en la política: A dónde lleva realmente este prejuicio, ya lo hemos visto más de una vez en Francia, en España y en México mismo. No. Estamos por la participación más activa de los obreros en la política. Pero por la participación independiente. En México, actualmente, no hay ningún partido obrero, ningún sindicato que desarrolle una política clasista independiente y que sea capaz de lanzar una candidatura independiente. En estas condiciones lo único que podemos hacer es limitarnos a la propaganda marxista y a la preparación del futuro partido independiente del proletariado. (Clave. Tribuna marxista, fechada en marzo de 1939).
Casi ochenta años después podemos decir que son palabras que se aplican del todo a la situación actual de los trabajadores y sus aliados los explotados y oprimidos de todo México y también podemos enfatizar y repetir varias veces, como Trotsky lo hace en el párrafo citado, la palabra independiente.
El intento no logrado de inscribir en las boletas electorales a la candidata apoyada con el Consejo Nacional Indígena y por el EZLN, María de Jesús Patricio Martínez, más conocida como Marichuy, plantea que este año tampoco los trabajadores han podido presentar una alternativa independiente y de nuevo en México no ha podido forjarse una alternativa política nacional que represente en forma independiente y democrática a los intereses y objetivos de los trabajadores y de sus aliados. (Véase el artículo adjunto incluido en este Boletín.)
Sólo ha habido tres ocasiones en los últimos cien años en las que las fuerzas socialistas y referentes de los trabajadores han logrado postular candidaturas presidenciales independientes a los bloques burgueses: en 1976 la candidatura de Valentín Campa, conspicuo líder comunista, en 1982, las candidaturas de Rosario Ibarra postulada por el PRT y Martínez Verdugo postulado por el PSUM y en 1988 de nuevo la candidatura de Rosario Ibarra del PRT.
Para los socialistas revolucionarios este es un desafío mayor. Es evidente que la razón profunda de esta ausencia de alternativa de los trabajadores está vinculada a la subordinación histórica del movimiento de los trabajadores a los intereses corporativos del estado capitalista que a través de sus partidos (en especial el PRI) lo ha controlado. Esta situación es la expresión política de luchas proletarias que en su mayor parte han sido derrotadas por la combinación de los métodos represivos y la enajenación política e ideológica de los trabajadores.
Los tiempos que vienen anuncian nuevas situaciones. Una de ellas es que el crecimiento de las masas de trabajadores, de sus necesidades, de la explotación recrudecida que sufren y de la acumulación de agravios, prepara casi inevitablemente una ruptura de esta situación tan duradera. La forma de preparase para desempeñar un papel de orientación y de superación de la misma, tarea que justifica la existencia de los nuestros grupos socialistas, democráticos e internacionalistas es la de no esconder nuestras ideas programáticas, una de ellas, fundamental es que la independencia de clase (política e ideológica) es la condición necesaria y suficiente para el surgimiento del factor revolucionario por excelencia en la sociedad capitalista: un proletariado consciente de sus intereses tanto presentes como históricos como una fuerza anticapitalista, socialista.
Para nosotros en las elecciones del 1° de julio próximo no hay ningún representante de nuestros principios, de nuestras demandas y de nuestro objetivo socialista e internacionalista. Por eso no llamaremos a votar por ninguno de los candidatos “registrados”. Y consideramos un error estratégico enorme llamar y promover ilusiones en las candidaturas burguesas, en especial de la de AMLO. No será necesario que pase mucho tiempo después de los resultados del 1° de julio, sean ellos los que sean, para que se demuestre la importancia de sembrar entre la vanguardia de los trabajadores la semilla de la independencia de clase política e ideológica para que se inicie el surgimiento de una fuerza masiva organizada consciente, libertaria y emancipada de los trabajadores.
[1] Historiador; profesor/investigador de la UACM