Myriam Corte
¿Por qué los asesinan? Gritaban los integrantes de uno de los contingentes que participaron en la manifestación por la aparición con vida de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos el pasado 26 de septiembre en el estado de Guerrero. Su respuesta: “Sí son la esperanza de América Latina”, mientras avanzaban a paso lento pero firme, para sumar su descontento e indignación junto con los familiares, compañeros, amigos de los ahora desaparecidos y normalistas de otras entidades del país que marcharon para exigir justicia.
El Ángel de la Independencia fue el punto de partida donde cada contingente, asociación civil, organización, estudiante y personas de “a pie” se concentró para salir en orden hacia el Zócalo capitalino donde un templete los esperó, en el cual vertieron sus posicionamientos y muestras de apoyo a los familiares de los desaparecidos de Ayotzinapa.
La vanguardia de la marcha encabezada por normalistas y familiares de los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, dio los primeros pasos. Atrás de ellos una enorme marea de personas gritó consignas, mostró carteles y realizó pintas, todas con un mensaje en común: #TodosSomosAyotzinapa.
Los rostros de los 43 estudiantes estuvieron presentes en carteles con leyendas como: “Porque nos falta cada uno de ustedes”. Otra joven que marchó en silencio y a un costado de los contingentes portó una especie de capa hecha de papel con el rostro impreso de los normalistas desaparecidos.
Las pintas fueron sutiles pero con la fuerza que tiene la palabra, ejemplo de ello, la frase plasmada en la fuente que se encuentra frente a la Torre del Caballito: “Pienso, luego me desaparecen. Responsables: los tres niveles de gobierno”.
Y qué decir de las consignas: “Cuidado, cuidado, cuidado con Guerrero, estado, estado, estado Guerrillero”, la cual hace referencia al conocido Lucio Cabañas que si viviera, se escuchó en otra frase: “En la madre les pusiera”.
En cada paso se percibió la solidaridad, ya fuera en grupo o individualmente. Organizaciones como el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT); el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME); Amnistía Internacional México; el Frente Indígena Campesino de México, estudiantes de la UNAM, de la UAM, de la UACM, de la ENAH, el Partido Comunista de México, la UPREZ -por nombrar sólo algunas- se unieron a este descontento nacional.
O como lo hizo a la altura del Palacio de Bellas Artes, una ciudadana que gritó con fuerza: “Fuera Peña, fuera Peña, fuera Peña”, y continuó su marcha hacia Zócalo, lugar que a pesar de estar ocupado por el Festival Internacional del libro de la Ciudad de México, no impidió el arribo de cada contingente.
Los contingentes siguieron su curso: Reforma, Avenida Juárez, cruce de Eje Central, 5 de mayo y Zócalo; ahí los esperó un templete modesto en la esquina de Palacio Nacional y Pino Suárez, en el cual se dejó ver el descontento, coraje, indignación y apoyo a nuestros compañeros desaparecidos. Cada palabra expuesta por los oradores resaltó que este 8 de octubre fue el inicio de una jornada de lucha, que el grano que cada asociación o grupo decida poner será bienvenido.
“Que nos devuelvan a nuestros compañeros normalistas”, gritó uno de los oradores, la respuesta fue inmediata: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. México es más grande que esos grupos de asesinos, continuó y los aplausos estallaron.
“México está de luto”, expresó un compañero normalista durante su participación y agregó: Hoy es un día grande para el movimiento de las normales del país, pero si no hay justicia para el pueblo que no haya paz para el gobierno.
Los contingentes siguieron llegando después de recorrer un camino, testigo de muchas otras manifestaciones, que volvió a ser transitado por una sociedad cansada y -una vez más- sorprendida por la atrocidad cometida por el Estado y el crimen organizado. Finalmente y a unos minutos de que se diera por terminado el mitin, un grupo de personas agredió verbal y físicamente a Cuauhtémoc Cárdenas y Adolfo Gilly, quien lo acompañaba cuando entraron al Zócalo. Los gritos fueron claros: “Ni PRI, ni PAN, ni PRD”.