Por: Javier Francisco Vidal Díaz.
Cuando regresé a casa, ya era 23 de diciembre, no pude más que correr hasta ella y así, sin decir mucho, la abracé y me puse a llorar. Ahora mi madre se adelantó a la casa del padre y con ella mis palabras de ese día.
Sin embargo, de manera puntual, llega el recuerdo de lo ocurrido la noche del 22 de diciembre de 1997, cuando fuimos llamados para ir rumbo Acteal y de lo que nos encontramos: oscuridad, bruma, silencio, frío y olor a muerte.
Ya por la mañana, habían sido corridos a balazos otros compañeros, que tenían la tarea de entregar ropa de invierno a las comunidades en un carro de la Cruz Roja.
Nadie nos dijo qué habríamos de encontrar cuando salimos de Jovel, sólo que había heridos. Cuando esa lúgubre noche nos aventuramos fuera del camino con el Doctor “sheriff”, para encontrar lo ya descrito mil veces. Encontramos muerte. Y a la luz de la mañana se manifestó la vida en la figura de una pequeña niña, cobijada entre los muertos, escapando de la muerte. Así lo viví, así lo recuerdo.
Pero también quiero hablar de aquellos, quienes desde ese día se han dedicado a luchar por la justicia y a cantar a la paz para su pueblo: “Las Abejas de Acteal”.
Apenas hace unos meses dejaron su tierra, con pozol y tostada en su morral caminaron como lo han hecho antes, para luchar por la justicia y esta vez, para estar junto a sus maestros, por la caída del mal gobierno y de su reforma educativa. De corazón a todos ellos, gracias.
Porque “Las Abejas de Acteal” son pueblo; como tal están pendientes de lo que pasa y de lo que no quieren que pase u ocurra de nuevo.
Por eso hoy que se cumplen XIX años del genocidio en Acteal, recuerdo y hago homenaje a los muertos. Pero sobre todo, abrazo a los que sobrevivieron a ese día o han nacido después, son ellos los que mantienen firme su lucha por la justicia y luchan cada día por crear un mundo mejor para el renuevo. Luchan por hacer de este México tan mágico y tan trágico –en el que nos tocó vivir– un mejor lugar.
Para todos ellos mi homenaje y reconocimiento: Para los que fueron asesinados mientras hacían oración en la ermita de Acteal, en el municipio de Chenalhó del Estado de Chiapas, México, ese 22 de diciembre de 1997. Hasta los que llevan en el diario el peso de sus más de 40 muertos ese día y aún hoy claman por justicia gritando en el desierto. Extienden su mano a los otros que luchan, como lo hicieran con el magisterio de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Para todos ellos que están en mi memoria y los que están en mi corazón agradecido de verlos llegar con banderas y cantos a decir que, la lucha no termina, para lograr lo que todos queremos: justicia, paz y dignidad.
Por ser maestros en la lucha de los maestros. Gracias a “las Abejas de Acteal”.
Con respeto a todos ellos.
Javier Francisco Vidal Díaz.
Paramédico y rescatista voluntario. Profesor de escuela primaria y militante de la CNTE.
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México. (Jovel) 22 de diciembre de 2016.