Por: Martín López Gallegos.
Directivos piden una disculpa pública a alumna víctima de actos de discriminación por motivos de su orientación sexual e identidad de género, ejercidos por parte de la directora de la Escuela Secundaria No. 2, “Ana María Berlanga” en la Ciudad de México.
El pasado 5 de octubre se publicó por distintos medios un reportaje periodístico en materia de derechos de la diversidad sexual. La problemática que se aborda en este reportaje es sobre el caso de una valiente alumna de secundaria, que se atrevió a desafiar la violencia discriminatoria por parte de su directora, María del Carmen Suárez, por el hecho de ser lesbiana. Su nombre es Luisa Yoalli Lora Velázquez, alumna de segundo grado de la Escuela Secundaria No. 2, “Ana María Berlanga”, en la Ciudad de México.
Yoalli Lora tiene 14 años de edad y es una adolescente orgullosa de ser lesbiana. Después de sentirse hostigada y rechazada por la directora de su escuela, por sus compañeros y padres de familia, interpuso en el mes de julio una queja ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). Entre sus declaraciones ella manifestó las restricciones que le impuso la directora al “descubrir” que su orientación sexual se inclina por las mujeres.
En esos días la directora del plantel realizó una aseveración en una ceremonia escolar: “según lo que yo entiendo, en esta escuela tengo inscritas a puras mujercitas, por lo cual no debería de existir ninguna relación amorosa”. Asimismo, llamó a los padres de la adolescente y desde ese momento, se le prohibió besar a alguien dentro del plantel y abrazar a cualquier persona. De esta manera, Yoali Lora recibió condicionamientos para continuar con sus estudios de secundaria.
He aquí una de las declaraciones de la alumna:
La directora mandó llamar a mis papás porque una de mis amigas había grabado en su celular un video donde me estoy dando un beso de piquito con ‘S’, Cuando éramos novias. La mamá de esta amiga revisó su celular y le entregó el video a la directora. Entonces la directora les dijo a mis papás que muchos padres de familia podían estar inconformes con eso que se ve en el video, y que en la escuela no estaban permitidas esas muestras de afecto. Ahí se acordó que yo ya no besaría a nadie dentro de la escuela y que tampoco podía abrazar a nadie.”
Este lunes 5 de octubre, el Conapred estuvo presente en el acto donde directivos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) ofrecieron una disculpa pública a la alumna Yoalli Lora, en presencia de toda la comunidad estudiantil y académica de ese plantel como medida de reparación del daño tras resolución de este organismo, quien declaró que la alumna fue víctima de discriminación por su orientación sexual en este centro educativo.
De acuerdo al Consejo, los procesos de reparación del daño y reconocimiento de que se violentó el derecho a la igualdad y no discriminación de Yoalli Lora, constituyen una medida de satisfacción que abona al restablecimiento de su dignidad y empoderamiento de la agraviada.
El Conapred declaró que:
La responsabilidad de garantizar que niñas, niños y adolescentes vivan libre de violencia, en igualdad de condiciones y sin discriminación, es una obligación del Estado y de toda la Administración Pública que conlleva no sólo emprender procesos de sensibilización en torno a la comunidad LGBTTTI (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero, Transexuales, Travestis e Intersexuales), sino construir espacios formativos donde no se fomenten los estereotipos y estigmas que afectan o impiden el desarrollo de las personas en el ámbito educativo”.
Una vez que el Consejo acreditó que el plantel educativo de la Ciudad de México violentó el derecho a la igualdad y la no discriminación de la joven, la situación de Yoalli Lora —por fortuna— cambió a un escenario favorable; porque la respuesta del organismo fue satisfactoria para ella, pues se le ha garantizado continuar con sus estudios de nivel secundaria sin restricción alguna. Finalmente, la directora del plantel fue suspendida.
Una breve reflexión respecto a este caso de discriminación
A propósito del caso antes expuesto, comparto una breve reflexión. La actitud de valentía de Yoalli Lora, una adolescente orgullosa de su orientación sexual, es una muestra clara de las situaciones que muchos jóvenes hoy en día ya no están dispuestos a padecer como resultado de un ambiente aún conservador, pero cada vez más cuestionado de la heteronormatividad impuesta como dominante, donde se enarbola a la heterosexualidad como la sexualidad única y “normal” en la sociedad.
Por ello es que los cuestionamientos hacia esta heteronormatividad son cada vez más latentes, pues existe la necesidad de romper con esos patrones establecidos a través de roles de género, que tienen la característica de ser excluyentes al imponerse como dominantes.
Iniciativas como éstas son una forma no sólo de denunciar sino de cesar las prácticas de hostilidad hacia personas con orientaciones sexuales diversas. La lucha por la defensa de las identidades sexuales y de género y de la orientación sexual, han tenido como motivación el proceso de lucha que han dado los movimientos sociales, ante el perjuicio personal, social, económico y político que ocasiona el orden social sobre ambos géneros, especialmente el femenino. Un orden regido por el sistema patriarcal.
El patriarcado reproduce y fomenta los estereotipos y estigmas entre la sociedad. La heterosexualidad es parte de esta heteronorma (norma social), que establece las prácticas heterosexuales como acto natural del ser humano, imponiendo la heterosexualidad, por encima de otras sexualidades, como la sexualidad “normal”. De esta forma, es como la heterosexualidad se convierte en una sexualidad o norma dominante por encima de otras como la homosexualidad y el lesbianismo, por ejemplo, reduciéndose exclusivamente al binomio homo-hetero y negando, por supuesto, a la otredad, la gran diversidad.
Cuando un individuo no reproduce esta norma heterosexual, el aparato dominante se ocupa de distintos mecanismos para volcarse contra éste. Estas prácticas son mejor conocidas como heterosexismo, que no es otra cosa que la discriminación y ataque a todas las prácticas no heteronormales. Y a su vez, estas prácticas dan origen al repudio, expresado a través de una serie de fobias (homofobia y lesbofobia: rechazo hacia las personas y prácticas homosexuales y lesbianas; transfobia: rechazo hacia personas homosexuales o intersexuales), contra aquellas personas que se oponen a “obedecer” una heterosexualidad impuesta o los patrones/conductas heteronormadas, como fue el caso de Yoalli Lora.
Ergo, hoy en día es indispensable acabar con esas etiquetas impuestas por este sistema patriarcal. Es urgente acabar con la socialización de este patriarcado donde los prejuicios se anteponen como forma de negar la diferencia. Son esos prejuicios que se imponen para oponerse a la diversidad. Pero afortunadamente cada vez son más las personas, principalmente jóvenes, que se oponen a continuar con la reproducción de estas prácticas atribuibles a la heteronormatividad.