Por: Carlos Alberto Martínez Islas.
El 1 de diciembre pasado Peña Nieto llamó en Acapulco a “superar” el dolor que ha generado el caso de Ayotzinapa. La crítica por su insensibilidad no se ha hecho esperar en las redes sociales, pues a casi tres meses de los hechos ya conocidos no se sabe nada sobre el paradero de las víctimas, si están vivos o muertos a pesar de la supuesta búsqueda intensa del Gobierno federal. Tampoco se sabe nada sobre la acción penal contra los responsables.
El discurso del presidente nos indignó a millones de usuarios quienes respondimos mediante el #nolosupero. Si no ha podido resolver “Crímenes de Estado” como el de Atenco, Tlatlaya, Cocula, Guardería ABC, los feminicidios en todo el país, entre otros, no puede exigirnos superar el dolor que ha generado Ayotzinapa.
Gracias a investigaciones realizadas por la revista Proceso sabemos que la policía federal presuntamente está involucrada en el ataque a los normalistas y su desaparición, así como en los 25 heridos y la muerte de 6; muestra de ello son los videos grabados por los estudiantes en el momento del ataque policiaco, y difundidos en las redes sociales el pasado domingo 14 de diciembre. Entonces, ¿qué significa para el jefe de Estado que la población indignada y con sed de justicia supere un crimen cometido por el poder estatal?
Desde un análisis crítico podemos afirmar que en una sociedad dividida en clases sociales, el Estado es el encargado de mantener la desigualdad social que genera la pobreza, el desempleo, la inseguridad, la impunidad, la corrupción, etcétera. El objetivo es mantener a la clase trabajadora en una situación de pasividad y conformismo para evitar la transformación de su realidad.
Bajo esta lógica podemos entender que la masacre en Iguala, así como la represión policiaca son la expresión del poder del Estado contra la protesta social para apaciguar o eliminar todo tipo de organización social que exija mejores condiciones de vida y de trabajo, así como justicia contra los abusos de la autoridad.
Ante la evidente responsabilidad del Estado, “superarlo” en términos del presidente Peña Nieto permitiría perpetuar abusos de poder por parte de las fuerzas estatales: desapariciones, secuestros, asesinatos de líderes y grupos inconformes reproduciendo así un orden social caracterizado por el autoritarismo, el cual únicamente sirve a los grupos que tienen el poder económico y político del país.
Superarlo en términos de Peña Nieto es pretender que olvidemos los crímenes que genera su política económica neoliberal, preocupada por preservar el sistema social hegemónico a costa de sangre, muertes, desapariciones, violaciones y humillaciones. En ese sentido, ¡no, no lo superaremos!