Votar, Anular o Abstenerse ¿Qué sigue?

Por: *Alejandro Cardiel Sánchez.

México D.F. a 3 de junio de 2015. En las elecciones en que fue ungido el presidente de la república José López Portillo, se definieron muchas de las prácticas que vivimos en estos días. De entrada, los partidos de oposición,-que ni eran partidos, ni representaban una oposición real al régimen- NO presentaron candidato para competir en esas elecciones.

Sin candidato alguno que hiciera competencia, López Portillo hizo campaña en el país, sin alguien con quien discutir –aunque fuera de forma simulada- los planes de gobierno para el país, sin un debate de ideas, opiniones o doctrinas, el PRI y López Portillo le hablaban a su propia imagen. Sin alguien que criticara, sin alguien que pudiera dar una opinión contraria a la versión oficial, sin algún contrapeso, se llevaron a cabo las elecciones.

López Portillo declaró que bastaba que su mamá saliera a votar para que él fuera electo presidente de México. Era necesario UN sólo voto para que el juego electoral de cada seis años se validara. En los resultados finales, José López Portillo fue electo presidente de México con un 68% del total de los votos emitidos.

En la actualidad, la situación no ha variado mayormente. Se requiere de UN sólo voto para validar las elecciones. Por ejemplo, en las elecciones de 2012, de un padrón de poco más de 80 millones de mexicanos con derecho a votar, asistieron a las urnas técnicamente 50 millones de mexicanos que expresaron su voluntad en unas elecciones marcadas por la desigualdad, las trampas y demás elementos propios de nuestra idiosincrasia y que no trataré en este momento.

En los hechos, Enrique Peña Nieto fue ungido presidente con 14.5 millones de votos.

¿Cómo interpretar este dato?
De forma elemental.
Haciendo sumas y restas.

De 80 millones de posibles electores, por determinación propia o inducida se abstuvieron o anularon su voto técnicamente 30 millones de personas.

De los aproximadamente 50 millones de personas que ejercieron su voto por alguna opción política, por determinación propia o inducida 14.5 millones de mexicanos votaron por Enrique Peña Nieto, o lo que es lo mismo, del total de posibles electores, 64.5 millones de mexicanos NO votaron por la opción política que éste representa.

Con tal antecedente, llamar a la abstención o a anular el voto es -en el mejor de los casos- un despropósito.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece en su artículo 39 que: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.”

¿Cómo podemos, como pueblo, alterar o modificar nuestra forma de gobierno de manera pacífica?
Evidentemente eligiendo al gobierno que queremos.

Tenemos la idea o la impresión de que nuestro voto no cambiará las cosas. Que nuestra opinión manifestada mediante el derecho a la elección no sirve. Que el ejercicio democrático de las elecciones no tiene valor alguno.

Si esto fuera cierto, ¿por qué los partidos políticos invierten tanto dinero para inducir el voto? ¿Por qué se hace ese gasto desproporcionado en los medios masivos de comunicación? ¿A qué viene el pago de promocionales, desplegados, pendones, entrevistas? Si tan sólo bastara con su voto duro o clientelar para avalar las elecciones y “hacer lo que quieran”, ¿para qué comprar votos con tarjetas prepagadas para supermercados? ¿Qué sentido tendría regalar mochilas, tarjetas de descuentos, boletos para cines? Más aún ¿qué sentido tendría pagar con dinero en efectivo, tinacos o despensas por cada voto emitido? Y en caso de que las tendencias no favorecieran ¿qué caso tendría pagar por operadores o “mapaches” que robaran o “embarazaran” urnas? ¿Tendría algún sentido regalar láminas, bultos de cemento y demás material de construcción?

Considero que si votar no tuviera un valor incalculable, los partidos no gastarían las carretonadas de dinero que invierten en cada elección.

¿Cuál es la propuesta concreta de abstencionistas y “anulacionistas”? Hasta el momento ninguna seria. Piensan que con su acción darán un golpe moral (¿Qué político fue el que dijo que la moral era una planta de moras?) a la clase política. Otros –más aventurados y aventureros- manifiestan que de esa forma evidenciarán la ilegitimidad de los representantes populares. En esencia, anular y abstenerse sólo fortalecen a los partidos y personajes a los que pretenden combatir. En este sentido, la abstención y el voto nulo son sinónimo de una mezcla de protesta nula, ignorancia y mala fe.

¿Qué hacer ante el presente escenario? En primer término, percatarnos del valor real de nuestro voto, en lo individual, pero sobre todo como manifestación colectiva de descontento.

¿Cómo podemos –aunque sea en términos hipotéticos- medir el descontento colectivo? ¿Con qué indicador contamos en este instante? Con los datos de los resultados de la elección que mencioné anteriormente: 14.5 millones votaron por la opción que nos gobierna y 64.5 millones que decidió una opción distinta.

¿Estás en contra del manejo que se ha hecho del país? Vota y decide por una opción distinta. Tu voto, en lo individual y en lo colectivo tiene un valor inconmensurable, es por eso que los partidos le ponen precio. Votar es el primer eslabón de una gran cadena de actividades que constituyen a la democracia. Aun estás a tiempo. Infórmate. Vota. Exige.

* Estudiante de Noveno Semestre de la Carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Redes sociales: Twitter: @alexcardielsan y Facebook: Alejandro Cardiel Sánchez.

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2 Comments Add yours

  1. Luz Ruiz dice:

    “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.” Esas son palabras escritas, que no valen nada mientras todo el sistema esté corrompido, ninguna denuncia ciudadana se atenderá. Creo que es más que evidente que el pueblo ya no quiere al presidente Peña Nieto, el pueblo lo ha manifestado y ¿qué ha pasado? NADAAAAA. El pueblo xse ha manifestado cada sexenio en contra de los fraudes electorales, ha sido evidente que han sido ciertos y ¿qué ha pasado? NADAAAA. No me digan que ahora va a ser diferente, que van a contar honestamente cada voto. MENTIRAS. Mientras sigamos siendo cómplices de esta PARTIDOCRACIA nada, ni votando cambiará nada.

    1. Alejandro Cardiel Sánchez dice:

      Agradezco mucho el tiempo que hayas tomado en leer mi opinión respecto a las elecciones pasadas y más aun el que hayas tenido la atención de dejar un comentario.
      He de decir que no estoy de acuerdo del todo. Como lo menciono, el voto tiene un valor per se. Tan es así que se convierte en mercancía, intercambiable por dinero, bienes o servicios.
      ¿Ha pasado algo? De forma personal considero que la gente no se ha hecho consciente del valor real que tiene su participación. Votar es sólo la primera parte de una larga cadena de acciones que deben emprenderse desde la ciudadanía para vivir en una democracia plena. En lo personal empezaré a exigir a las autoridades electas en los pasados comicios. Informarme sobre sus planes de gobierno, informarme cómo los llevarán a cabo y exigir que todo se haga de manera eficaz, eficiente, imparcial y honrada. De no hacerlo así, exigirles por los medios (pocos, pero efectivos como el Twitter) que tenga a mi alcance el cumplimiento de sus compromisos. No pienso que sea un esfuerzo inútil, o que nadie vaya a escucharme. Pienso que si inicio yo y tu apoyas, por decir algo, una solicitud de información ya seremos dos que podremos informar a otros 2 que cierta autoridad o funcionario no está cumpliendo su programa.
      Considero que pensar que no cambiará nada, es una postura irreductible, como la que más, pero implica, necesariamente una derrota antes de iniciar la batalla. Si damos la batalla, podemos ganar o perder, si no la damos estaremos derrotados de antemano.
      Vale la pena esforzarse por hacer lo que nos corresponde como ciudadanos. Debemos de empezar a darnos cuenta que podemos como simples ciudadanos ser un contrapeso importante ante las determinaciones adversas al ciudadano. No caigamos en la desesperanza o el “valemadrísmo”. Tenemos que exigir el cumplimiento del contrato social que nos une como mexicanos, esto es, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan, así como seguir informándonos y discutiendo la cosa pública.
      Agradezco nuevamente el tiempo que te tomaste en dejar tu comentario y quedo de ti para cualquier comentario o aclaración al respecto.
      Mis redes sociales se encuentran al final de la nota.
      Saludos Cordiales y Combativos.
      Alejandro Cardiel Sánchez.

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