Por: Lidia Patricia Olivares.

A 46 años de la matanza del 2 de octubre, la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco sigue concentrando a miles de estudiantes, colectivos y organizaciones de la sociedad civil, para recordar a los jóvenes asesinados del movimiento estudiantil de 1968, quienes en su momento gritaban consignas en contra del gobierno priísta de Gustavo Díaz Ordaz y que ahora, las nuevas generaciones lo hacen contra Enrique Peña Nieto.

“¡Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver, ése no es presidente es asesino, macho, burgués!”, gritaron una y otra vez los diferentes contingentes de la UNAM -mientras se abrían las puertas del vagón del metro de la línea 3 del Sistema de Transporte Colectivo- para animar a la gente que esperaba afuera, quienes sonreían y aplaudían la rebeldía de los jóvenes.

Con las manos arriba, aplaudiendo y gritando goyas, llegamos a la estación Tlatelolco a las 4:14 pm. Los estudiantes se fueron integrando con sus respectivas facultades y decían sus porras para identificarse. De los bolsillos, mochilas y bolsas de mano sacamos: celulares, cámaras fotográficas y de vídeo para capturar aquél momento de fiesta, pues los policías en esta ocasión, ni se molestaron en prohibir tal acción como suelen hacerlo.

Al ritmo de los tambores y guiados por el sonido del caracol de la Facultad de Ciencias, salimos por los torniquetes del metro. Este año no nos recibieron los granaderos, no fuimos cateados, ni retenidos por tener “finta” de estudiante; tampoco se nos cuestionó por qué estábamos ahí y si éramos prensa, a qué medio pertenecíamos. Esta vez parecía que se nos “respetaba” por ser manifestante, periodista, reportero: ciudadano.

“¡2 de octubre no se olvida, es de lucha combativa!”, se escuchó en México otro años más. La ruta comenzó en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, luego sobre Eje Central Lázaro Cárdenas, la calle 5 de mayo y la Plancha del Zócalo Capitalino.

En el Distrito Federal una intensa lluvia nos acompañó pocos minutos al comenzar y daba la bienvenida a diversos contingentes, entre los cuales se encontraba: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con algunas preparatorias y las facultades de Ciencias Políticas y Sociales, Derecho, Ciencias, Medicina, Ingeniería, Veterinaria, Artes y Diseño, etc.; la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), la Universidad Autónoma Chapingo, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra Atenco (FPDT), la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, el Frente Popular Francisco Villa, el Movimiento Proletario Independiente, el Partido Comunista Mexicano (PCM), el Sindicado Mexicano de Electricista (SME), la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el Consejo General de Huelga (CGH), la Asociación Nacional de Usuarios de Energía Eléctrica (ANUEE), Tejiendo Organización Revolucionaria (TOR), la Coordinadora Nacional por Salud y Seguridad Social, el Comité de Defensa Popular Valle de México (CDP), la Biblioteca Central de la UNAM, el Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS), la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, el Heroico Cuerpo de Bomberos del Distrito Federal, entre muchos otros.

El Comité 68 encabezó la marcha con una manta del rostro de Raúl Álvarez Garín -ex líder del Consejo Nacional de Huelga en 1968 y fundador del Comité 68- quien falleció el pasado 26 de septiembre. Algunos estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) asistieron en apoyo a esta fecha conmemorativa, pero a “título personal” como fue acordado por la Asamblea General Politécnica (AGP) del Movimiento #TodosSomosPolitécnico, ya que no querían caer en “provocaciones” o que se “manchara su imagen” ante posibles hechos “violentos o de vandalismo”.

Sin embargo, los “huélums” se escucharon constantemente por los simpatizantes que apoyan la lucha del IPN, así como la consigna: “¡Poli y UNAM, unidos vencerán!”, haciendo referencia a la defensa de la educación pública en nuestro país; y los jóvenes de las diversas escuelas alzaron la voz diciendo: “¡Alerta, alerta. Alerta al que camina, la lucha estudiantil por América Latina!”

El sonido de los machetes sobre el pavimento reafirmó la lucha de Atenco por la defensa de su territorio y en contra del proyecto del nuevo aeropuerto en Texcoco; junto con la imagen de Zapata y con el maíz en sus manos gritaron una y otra vez: “¡Tierra sí, aviones no!”

Aunque marchó un numeroso contingente de anarquistas -a quienes se les ha vinculado de manera mediática por enfrentamientos directos con la fuerza policíaca, los destrozos o acciones violentas en diversas manifestaciones- no se reportó ningún incidente. Sólo se escucharon sus consignas y eran visibles por su vestimenta y banderas negras.

Detrás de ellos venía la música, la fiesta de luto y dignidad, la indignación por los asesinatos y desapariciones de los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. Los de Guerrero marcharon junto con las demás luchas que demandan justicia en este país. Asimismo en algunas pancarta se pedía la libertad de Mario Luna y Fernando Jiménez de la Tribu Yaqui.

Este 2 de octubre no fuimos reprimidos por ser estudiantes, reporteros, activistas, monitores y/o defensores de derechos humanos o simplemente manifestantes, caso contrario al año pasado; en donde según Artículo 19 con la Red #RompeElMiedo -la cual también se activó en esta ocasión- se documentaron 46 casos de agresiones a periodistas y comunicadores, a pesar de identificarse como prensa: “no sólo para evitar cumplieran con su labor informativa, sino como una especie de castigo o para intimidarles o coaccionarles”.

En este 2014 no sólo se recordó la matanza de 1968, sino todos aquellos hechos violentos cometidos por parte del gobierno mexicano, para reprimir y callar al pueblo que se levanta y exige respeto, autonomía y dignidad. Se protestó de manera pacífica en contra de las Reformas Estructurales, por la defensa de la tierra y del agua, por la “privatización de la educación pública”, por la “criminalización de la protesta social”, por la liberación de las y los presos políticos, por las y los asesinados y desaparecidos no sólo en Ayotzinapa sino en todo el país, por cada atropello e injusticia en nuestro querido México.